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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN EL DÍA DE LA SANTA SEDE DE LA EXPO 2017 DE ASTANÁ

 

Señor cardenal,
queridos hermanos obispos,
estimadas autoridades,
hermanos y hermanas:

Dirijo un caluroso saludo a los que participan en el National Day (Día Nacional) de la Santa Sede en la Expo 2017 de Astaná, extendiéndolo a todos aquellos que, en modos diversos, han contribuido en la preparación y en el desarrollo de tal evento, así como a los numerosos visitantes. Me complace que Kazajistán acoja la Exposición Internacional dedicada al tema «Energía Futura». Es muy importante reflexionar con seriedad y responsabilidad sobre cómo, en los próximos años, la humanidad utilizará, también mediante nuevas e innovadoras tecnologías, los recursos energéticos que ha recibido como regalo, como herencia común. Todos somos conscientes: de tales usos depende tanto la salud del planeta, como el bienestar de nuestras sociedades; un bienestar que hay que entender de modo integral, no solamente como prosperidad económica o capacidad de consumo. Debemos sobre todo actuar de modo que la energía se ponga al servicio de lo que nos hace mejores, de lo que hace florecer y fructificar nuestra humanidad, que por naturaleza, va hacia la relación, hacia los otros, hacia la solidaridad, hacia el amor.

Los recursos energéticos, por lo tanto, no deben quedar en manos de la especulación ni convertirse en fuente de conflictos. Con tal objetivo, es necesario un amplio y sincero diálogo, a todos los niveles, entre los diversos sectores de nuestra sociedad. «Energía Futura» no es solo una tarea para los investigadores, tecnólogos o inversores: también el mundo de la cultura, de la política, de la educación y el religioso son interpelados. Dirigiéndome a vosotros que estáis en Kazajistán, no puedo no pensar en la costumbre de diálogo y concertación entre religiones que se va afirmando en este país tan rico étnica, cultural y espiritualmente. Es mi vivo deseo que las religiones participen en este diálogo y en tal sentido quisiera recordar lo que afirmaba en la encíclica Laudato si’: «Los textos religiosos clásicos pueden ofrecer un significado para todas las épocas, tienen una fuerza motivadora que abre siempre nuevos horizontes […]. Los principios éticos que la razón es capaz de percibir pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos» (n. 199). Por eso es importante que cada uno descubra en la propia fe las motivaciones y los principios que hacen posible o, de todos modos, favorecen el empeño, el coraje de mejorar y preservar, el vivir juntos y la fraternidad. El modo en el que usamos los recursos energéticos es un indicador de cómo estamos desarrollando el deber que —según muchas tradiciones religiosas— nos ha sido confiado por Dios de cuidar del planeta en el que vivimos y de nuestros hermanos en humanidad, cercanos o lejanos en el espacio y en el tiempo. Si usamos la energía de modo solidario y sostenible, entonces estamos desarrollando bien tal deber. De otro modo, no. Está en juego nuestra propia dignidad; están en juego la justicia y la paz. Es esta conciencia lo que la Santa Sede ha querido poner en evidencia con su propio pabellón en la Expo de Astaná titulado «Energía para el bien común: cuidar nuestra casa común». Que el omnipotente Dios Creador nos ayude a extraer de la Expo 2017 enseñanzas e inspiraciones que duren durante mucho tiempo y bendiga nuestro empeño común para realizarlas.

 



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