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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN UN ENCUENTRO ORGANIZADO POR
EL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO VATICANO*

Salita del Aula Pablo VI
Viernes 12 de mayo de 2017

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Queridos estudiosos, buenos días:

Os mi cordial bienvenida, y doy las gracias al hermano Guy Consolmagno por sus amables palabras.

Los temas de que habéis hablado en los últimos días en Castel Gandolfo son de particular interés para la Iglesia, porque se refieren a cuestiones que interpelan profundamente nuestra conciencia: cuestiones tales como el comienzo del universo y su evolución sucesiva, la estructura profunda del espacio y del tiempo, sólo por citar algunas. Está claro que estos temas son particularmente relevantes para la ciencia, la filosofía, la teología e incluso la vida espiritual. Representan un "ruedo", donde estas diferentes disciplinas se han encontrado y, a veces, enfrentado.

Mons. Georges Lemaître, en su doble vertiente de sacerdote católico y de cosmólogo, en una constante tensión creativa entre ciencia y fe, defendió siempre con lucidez la neta distinción metodológica entre los campos de la ciencia y de la teología, vistos como ámbitos de competencias diferentes que, sin embargo, se unificaron armoniosamente en su vida. Esta distinción, ya presente en Santo Tomás de Aquino, defiende de generar cortocircuitos que son perjudiciales tanto para la ciencia como para la fe.

En la inmensidad espacio-temporal del universo, nosotros, los seres humanos podemos sentir una sensación de asombro y experimentar nuestra pequeñez, mientras surge en nuestra mente la pregunta del salmista: "¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides?" (Sal 8,5). Albert Einstein solía decir: "Se podría decir que el eterno misterio del mundo es su comprensibilidad." La existencia y la inteligibilidad del universo no son fruto del caos o del caso, sino de la Sabiduría divina, presente como "primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas" (Pr 8:22).

Me alegra vuestro trabajo, que aprecio vivamente, y os animo a perseverar en la búsqueda de la verdad. Nunca hay que tener miedo de la verdad, ni atrincherarse en posturas cerradas, sino aceptar los nuevos descubrimientos científicos con una actitud de humildad total. Caminando hacia las periferias del conocimiento humano se puede tener, realmente, una experiencia auténtica del Señor, que es capaz de llenar nuestros corazones. Gracias.


* Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede



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