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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS COLABORADORES Y AMIGOS DE TELEPACE

Sala Clementina
Jueves, 13 de diciembre de 2018

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Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo con afecto y agradezco a Don Guido Todeschini sus palabras de presentación. Telepace acaba de concluir las iniciativas con motivo de vuestro cuarenta aniversario. Ha sido un año de especial gratitud a Dios y de reflexión sobre vuestro servicio profesional. Efectivamente, también las herramientas de comunicación son un don de Dios: «han implicado una ampliación de los horizontes para muchas personas. Este es un regalo de Dios, y también es una gran responsabilidad. Me gusta definir este poder de comunicación como “proximidad”. [...] Una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra "(Mensaje para la L Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2016).

Telepace siempre se ha destacado por su vocación de «proximidad» y por su auténtico servicio «a Dios y al hombre en la Iglesia», como reza vuestro lema. En este contexto debe leerse la decisión de no aceptar ningún tipo de publicidad y de vivir solamente de los donativos. Como para los primeros cristianos, hay un confiarse totalmente a la Providencia, que se basa en la invitación de Jesús: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33).

Telepace nació pequeña y limitada a unas pocas provincias italianas, con un objetivo preciso: ser la voz de aquellos que no tienen voz. Os animo a seguir siéndolo. Especialmente en el momento actual, en el que la cultura del descarte deja sin voz cada vez a más personas. En 1990, por deseo de San Juan Pablo II, se abrió la sede de Roma: la audiencia del miércoles, el ángelus, el rosario y las celebraciones del Papa llegan completas y directamente a cada casa. Un gran vínculo de relación y afecto con la Sede de Pedro, al que se une también el «Cenáculo María Estrella de la Evangelización».

Por lo tanto, estoy contento de compartir este momento de fiesta de vuestro aniversario. No es un fin en sí mismo, sino una oportunidad para renovar el compromiso adquirido hace cuarenta años. Para ello, quisiera encargaros brevemente tres compromisos.

El primero: Ser antenas de espiritualidad. La imagen de la antena es siempre hermosa y elocuente en su doble función de emitir y recibir una señal. Telepace, como canal radiotelevisivo es experta en este proceso de comunicación. Vuestra tarea es saber cómo reconocer los signos espirituales del amor misericordioso del Padre en todo lo que sucede. «También hoy el Espíritu siembra en nosotros el deseo del Reino, a través de muchos “canales” vivientes, a través de las personas que se dejan conducir por la Buena Nueva en medio del drama de la historia» (Mensaje para la LI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2017). ¡Ojalá en vuestra profesión seáis “canales vivos” de espiritualidad para Dios y para todos vuestros oyentes y espectadores! Sobre todo los pobres, los últimos, los excluidos. ¡Nunca os olvidéis de ellos, los pobres de al lado! Seguid estando al lado de los presos, de los condenados a muerte ―es horrible, pero todavía hay pena de muerte― como cuando fuisteis al Pabellón de la Muerte en Texas, donde acompañasteis al patíbulo y asististeis a dos jóvenes después de haberlos consolado con los Sacramentos. ¡Es la espiritualidad de la caridad!

Segundo compromiso: educar a los jóvenes en la escuela del Evangelio. Uno de los temas surgidos en la reciente asamblea sinodal, dedicada a los jóvenes, se refiere precisamente a su relación con la Iglesia. En el Documento Final leemos: «Todos los jóvenes, sin exclusión, están en el corazón de Dios y, por lo tanto, en el corazón de la Iglesia. Reconocemos con franqueza que no siempre esta afirmación que resuena en nuestros labios encuentra una expresión real en nuestra acción pastoral [...].Y eso que el Evangelio nos pide ser audaces y queremos serlo, sin presunción y sin hacer proselitismo, dando testimonio del amor del Señor y tendiendo la mano a todos los jóvenes del mundo» (Nro. 117). ¡Cómo me gustaría que también los medios de comunicación prestasen más atención a los jóvenes, no contando solo sus fracasos, sino también sus sueños y sus esperanzas! El Evangelio de la alegría nos llama a un compromiso educativo que ya no puede aplazarse. Educar a los jóvenes en la escuela del Evangelio significa, ante todo, ser testigos de la única Palabra que salva. Que vuestra comunicación sea en salida, para dialogar e, incluso antes, para escuchar a los jóvenes. Recordemos: ¡el Evangelio pide atreverse!

Tercero: Ser narradores que no caigan en el cotilleo. La comunicación no es solo transmisión de noticias: es disponibilidad, enriquecimiento mutuo, relación. Desgraciadamente, sigue estando generalizada una forma de comunicación que no tiene nada que ver con la atención a los demás y con el entendimiento mutuo: es cotilleo. Es una mala práctica que cada día socava la comunidad humana, sembrando envidia, celos y ansia de poder. Se puede matar incluso a una persona con este arma, ya sea empuñándola, es decir fabricando cotilleo, o pasándola de mano, cuando se presta escucha, prolongando la vida a la mentira y la delación. Por lo tanto, es importante comunicar de manera responsable, pensando también en cuanto daño se puede hacer la lengua, con el chismorreo, con el cotilleo. Renuevo, pues, la invitación a «promover un periodismo de paz, un [...] periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos –y son la mayoría en el mundo– que no tienen voz; un [...] periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal» (Mensaje para la LII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2018).

¡Que el Señor os ayude a no traicionar nunca el objetivo que lleváis en el nombre: Tele-pace (Tele-paz), a ser siempre una televisión de paz, que es un don de Dios y es una humilde y constante conquista de la humanidad! Vuestro logo es la paloma que lleva una rama de olivo en el pico. Os deseo que todos los días seáis palomas de paz y voléis en el éter con las dos alas de la oración y la caridad.

Queridos amigos, dentro de poco será Navidad. Preparémonos para este gran misterio en silencio: dejemos que hable el Niño; dejemos que su mirada, pobre e indefensa, penetre en nuestros corazones y con su ternura nos haga “canales” de paz. Os agradezco vuestra visita, os bendigo así como a vuestras familias y os pido, por favor, que recéis por mí. ¡Gracias!


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 13 de diciembre de 2018.

 



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