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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA COMUNIDAD EMMANUELE DE LECCE

Sala Clementina
Jueves, 26 de septiembre de 2019

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Os saludo a todos y agradezco al P. Mario Marafioti. ¿Es verdad que te llaman “el mudo”, porque no sabes hablar? (Responde: Es verdad). Deseo que mi saludo llegue a todas las personas vinculadas a vuestra comunidad, a los que la han frecuentado en estos decenios, con una oración por los que se han ido al Cielo.

Os doy las gracias por todo lo que habéis hecho en estos casi 40 años, por la acogida, el acompañamiento, el trabajo... Y os doy las gracias por cómo lo habéis hecho, es decir, alimentando siempre el “hacer” con el “ser” que viene de la savia de la Palabra de Dios, de los momentos de retiro y de fraternidad. Esto es importante, de lo contrario se pasa a ser una agencia de ayuda o en una empresa.

Vuestra comunidad nació el día de Navidad y expresa una fe encarnada en el servicio. Empezasteis con un gesto de bienvenida. Así sucede siempre en las obras de caridad de la Iglesia: el Señor llama a la puerta con el rostro de las personas frágiles, de los hermanos y hermanas que viven una pobreza, un abandono, una esclavitud... Y vosotros abristeis, habéis respondido y habéis seguido respondiendo... sí, porque lo más difícil es perseverar, es avanzar... A partir de ese germen se han desarrollado los diversos sectores de la comunidad, que son todos lugares y momentos de acogida.

Doy gracias a Dios con vosotros por este camino. Es Él, con su Espíritu, quien inspira las decisiones y da la fuerza para realizarlas; es Él quien da el amor para servir a los hermanos con compasión, con cercanía, con gratuidad.... Vosotros podéis dar testimonio ―a través de la experiencia vivida― de que todo viene de Él, es don suyo. Y esto os hace permanecer en la gratitud, en la alabanza y en la conciencia gozosa de que la obra no es vuestra sino de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, para prepararos al cuadragésimo año de vida de vuestra comunidad, habéis querido este encuentro con el Papa. El Padre Mario se ha hecho intérprete de las preguntas que están en vuestros corazones, especialmente en aquellos que llevan más tiempo en la comunidad, y que ven mejor el camino a seguir, los frutos que han madurado y también los peligros y las tentaciones.

Me gustaría confirmaros en el camino principal, que es el de un doble estar: estar con Cristo y estar con vuestros hermanos en dificultad. Esta es la clave. El doble estar.

Es un camino que está indicado por el nombre mismo de la comunidad: Emmanuel. Dios nos muestra este camino: Él, que es Amor, es Dios-con-nosotros. Y no como una idea, o peor aún, como una ideología, sino como una vida, la vida de Jesús. Es Él Emmanuel, Dios-con-nosotros, que dio testimonio del amor del Padre compartiendo hasta el fondo nuestra condición humana.

De esta fuente extraemos el agua viva para seguir adelante,

― para no dejar que nos roben la alegría, la esperanza, el valor de entregarse.

― para estar juntos sin herirse.

― para volver a lanzar las redes después de las decepciones y los fracasos.

― para seguir trabajando con alegría, aunque cueste y se sienta el cansancio.

― para permanecer fieles al espíritu original de vocación y misión.

He oído que durante el próximo año queréis leer en profundidad la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium. Os lo agradezco, es una buena elección, que sin duda os sentará bien. Os doy un consejo: en esta lectura no seáis autorreferenciales, es decir, no leáis la Exhortación pensando sólo en vuestra comunidad, leedla siempre sintiéndoos parte de la Iglesia, que a su vez es peregrina y enviada al mundo.

Gracias por esta visita. Para mí es siempre un regalo y un consuelo encontrarme con las comunidades que buscan vivir la alegría del Evangelio. Gracias y ¡buen camino! Qué el Señor, Dios con nosotros, os bendiga y que la Virgen os proteja. Y no olvidéis rezar por mí. Gracias.


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 26 de septiembre de 2019.

 



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