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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN "PRO PETRI SEDE"

Sala del Consistorio
Lunes, 24 de febrero de 2020

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Queridos hermanos y hermanas:

Me complace daros la bienvenida y encontraros, como miembros de la Asociación Pro Petri Sede, durante vuestra peregrinación a Roma. Como San Pedro, habéis sido guiados en vuestro camino por el amor a Cristo. Y recogiéndoos alrededor de la tumba de aquel que derramó su sangre por su Maestro y Salvador, hacéis un acto de fe que os permite renovaros espiritualmente.

Esta peregrinación os brinda también la oportunidad de aportar vuestra contribución financiera y espiritual a las obras sociales y caritativas relacionadas con mi misión pastoral y con las actividades de la Santa Sede. Siguiendo los pasos de vuestros predecesores, participáis en la acción misionera de la Iglesia que lucha por el desarrollo humano integral de cada persona. En efecto, la persona humana debe ser siempre defendida y protegida en su integridad y dignidad, cualquiera que sea su origen o condición social.

En la desenfrenada carrera por poseer, por triunfar, por los laureles o el poder, los débiles y los pequeños son a veces ignorados y rechazados. De hecho, «en el afán de correr, de conquistarlo todo y rápidamente, el que se queda atrás molesta y se considera como descarte. ¡Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles!» (Homilía en la Misa de la Jornada Mundial de los Pobres, 17 de noviembre de 2019). Por eso la Iglesia, sosteniendo la opción preferencial por los pobres, confía en los hombres y mujeres de buena voluntad e imbuidos de Evangelio para llevar la paz y la alegría del Resucitado a cada persona necesitada. Mediante vuestra contribución caritativa a la vida de la Iglesia os convertís en la sal y la luz (cf. Mt 5,13-14) que dan a tantas personas el gusto por la vida.

Queridos amigos, os expreso mi gratitud por vuestra constante ayuda a mi responsabilidad como sucesor de San Pedro. Hoy en día nos enfrentamos a varios desafíos que afectan a la familia humana y a su casa común. En el centro de nuestras preocupaciones, está el grito de angustia de los pueblos que sufren, en particular, por las guerras, el desplazamiento de personas, la pobreza y la degradación del ecosistema. ¡Es urgente acabar con la explotación de los más pobres! ¡Es urgente que cesen las atrocidades en los países presa de guerras y conflictos que llevan a tantas personas al camino del exilio!

Me gustaría insistir en el cuidado de nuestra casa común, lanzando una vez más el llamamiento a una conversión ecológica. Vuestro testimonio de vida cristiana, que se manifiesta a través de la generosidad y la atención a los demás, nos invita hoy a todos a combatir el clima generalizado de individualismo, egoísmo e indiferencia, que amenaza tanto la paz entre las personas como el medio ambiente.

Os invito a permanecer firmes en vuestras convicciones y en vuestra fe, para ser una llama que lleva esperanza a los corazones de los hombres y las mujeres de hoy. Como San Pedro, salid al largo con valentía y compartid el gran amor que Cristo nos ha revelado.

Encomiendo a cada uno de vosotros, a vuestras familias, y a todos los miembros de vuestra asociación a la intercesión de la Virgen María, a San Pedro y a los santos de vuestros países. Os imparto de todo corazón la bendición apostólica. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 24 de febrero de 2020.

 



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