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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA ASAMBLEA PLENARIA DEL COMITÉ PONTIFICIO
PARA LOS CONGRESOS EUCARÍSTICOS INTERNACIONALES


Jueves 9 de noviembre de 2006

 

Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra mucho vuestra visita y os saludo a todos con afecto. En primer lugar, saludo al señor cardenal Jozef Tomko, a quien doy las gracias por haber interpretado los sentimientos comunes y por haberme informado sobre el desarrollo de vuestra asamblea plenaria en estos días.

Saludo cordialmente a los miembros del Comité pontificio para los Congresos eucarísticos internacionales y a los delegados nacionales que han participado en este encuentro para preparar juntos el próximo 49° Congreso eucarístico internacional, que se celebrará en Quebec en junio de 2008. Saludo también a los representantes del Comité preparatorio local de este gran acontecimiento eclesial, así como al pequeño pero significativo grupo de los Adoradores de la Eucaristía.

Procedéis de diferentes partes del mundo y vuestra reunión tiene como finalidad preparar una celebración muy importante para toda la Iglesia, como es precisamente un Congreso eucarístico internacional. Como acaba de recordar el cardenal Jozef Tomko, constituye una respuesta conjunta del pueblo de Dios al amor del Señor manifestado de la forma más excelsa en el Misterio eucarístico. Es verdad. Los Congresos eucarísticos, que se celebran cada vez en diferentes lugares y continentes, son siempre fuente de renovación espiritual, ocasión para hacer que se conozca mejor la santísima Eucaristía, el tesoro más valioso que nos dejó Jesús; son también un estímulo para que la Iglesia difunda y testimonie sin titubeos el amor de Cristo en todos los ámbitos de la sociedad.

Por lo demás, desde que fue instituido vuestro benemérito Comité pontificio, tiene como objetivo: "Hacer conocer, amar y servir cada vez más a nuestro Señor Jesucristo en su Misterio eucarístico, centro de la vida y la misión de la Iglesia para la salvación del mundo".

Cada uno de estos Congresos eucarísticos representa, por tanto, una oportunidad providencial para presentar a la humanidad de manera solemne "la Eucaristía, don de Dios para la vida del mundo", como dice el texto base del próximo Congreso. Este documento lo ha presentado en el transcurso de vuestras sesiones de trabajo el cardenal Marc Ouellet, arzobispo de Quebec, a quien dirijo un saludo especial. De las gracias especiales que el Señor derramará en el Congreso eucarístico internacional no sólo podrán beneficiarse quienes tengan la posibilidad de participar personalmente, sino también las diferentes comunidades cristianas que están invitadas a unirse espiritualmente a él.

En esos días el mundo católico tendrá los ojos del corazón puestos en el supremo misterio de la Eucaristía para experimentar un renovado impulso apostólico y misionero. Por eso es importante prepararse bien y os doy las gracias, queridos hermanos y hermanas, por el trabajo que estáis realizando para ayudar a los fieles de todos los continentes a comprender cada vez mejor el valor y la importancia de la Eucaristía en nuestra vida.

Además, la presencia entre vosotros de algunos representantes de los Adoradores de la Eucaristía y la alusión que usted, señor cardenal Tomko, ha hecho a la Federación mundial de la Adoración nocturna me brinda la ocasión de recordar cuán positivo es el hecho de que muchos cristianos estén redescubriendo la adoración eucarística. A este respecto, me alegra recordar la experiencia vivida el año pasado con los jóvenes en Colonia, con ocasión de la Jornada mundial de la juventud, y en la plaza de San Pedro con los niños de primera Comunión, acompañados por sus familias y catequistas.

¡Cuánta necesidad tiene la humanidad actual de redescubrir en el Sacramento eucarístico la fuente de su esperanza! Doy gracias al Señor porque muchas parroquias, además de la fervorosa celebración de la santa misa, están impulsando a los fieles a la adoración eucarística y deseo que, también con vistas al próximo Congreso eucarístico internacional, esta práctica se difunda cada vez más.

Queridos hermanos y hermanas, como es sabido, la próxima exhortación postsinodal estará dedicada a la Eucaristía. Recogerá las indicaciones propuestas en el último Sínodo de los obispos, dedicado precisamente al Misterio eucarístico, y estoy seguro de que también este documento ayudará a la Iglesia a preparar y celebrar con participación interior el Congreso eucarístico, que tendrá lugar en junio de 2008.

Lo encomiendo ya desde ahora a la Virgen María, primera e incomparable adoradora de Cristo eucarístico. Que la Virgen os proteja y acompañe a cada uno de vosotros, a vuestras comunidades, y haga fecundo el trabajo que estáis realizando con vistas a ese importante acontecimiento eclesial de Quebec. Por mi parte, os aseguro un recuerdo en la oración y os bendigo a todos de corazón.



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