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VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA
DEL SANTO ROSTRO DE JESÚS EN LA MAGLIANA

PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

V Domingo de Cuaresma, 29 de marzo de 2009

 

A LOS NIÑOS DE LA PARROQUIA

Queridos niños:

Ante todo, os deseo un feliz domingo. Me alegra estar hoy con vosotros, aunque el tiempo no sea bueno y nos hayamos levantado una hora antes, porque ha cambiado la hora. Sin embargo, nos encontramos todos reunidos y sé que os estáis preparando para la primera Comunión, para el encuentro con Jesús. Hoy escuchamos en el evangelio que unas personas de Grecia dijeron: "Queremos ver a Jesús". Todos nosotros queremos ver y conocer a Jesús, que está presente entre nosotros. Ahora estáis recorriendo este camino de preparación y luego, en el momento de la primera Comunión, él estará muy cerca de vosotros, y vosotros podréis sentir que él estará con vosotros.

En Pascua, con la belleza de la fiesta, podremos experimentar mejor cómo la presencia de Jesús resucitado llena de alegría el corazón. Por eso, os deseo un feliz domingo, una buena preparación para la Pascua y para la primera Comunión, mucha alegría en las vacaciones y luego, naturalmente, una feliz fiesta de primera Comunión: el centro no es la comida; el centro será Jesús mismo; después también la comida puede ser buena. A todos os expreso mis mejores deseos. Pedid por mí; yo pido por vosotros.

 

A LOS MIEMBROS DEL CONSEJO PASTORAL

Queridos amigos:

En este momento quiero daros las gracias por todo lo que hacéis con vistas a la construcción de la Iglesia viva en este barrio de Roma. Me parece que uno de los dones del concilio Vaticano II es la existencia de estos consejos pastorales, donde laicos representantes de toda la comunidad afrontan, juntamente con el párroco y con los sacerdotes, los problemas de la Iglesia viva de un barrio, ayudan a construir la Iglesia, a hacer presente la Palabra de Dios y a sensibilizar a la gente con respecto a la presencia de Jesucristo en los sacramentos. En este tiempo, en el que el laicismo es fuerte y todas las impresiones que se recogen en el entorno se ponen en cierto modo contra la presencia de Dios, contra la capacidad de percibir esta presencia, es mucho más importante que el sacerdote no esté solo, sino que se vea rodeado de creyentes que con él lleven esta semilla de la Palabra de Dios y ayuden a que sea viva y crezca también en nuestro tiempo. Por eso, gracias por vuestras iniciativas. Es importante consolar, ayudar, apoyar a la gente en el momento del sufrimiento, hacer que experimenten la cercanía de los creyentes que se sienten particularmente cerca de todos los que sufren.

Esto lo he visto en África. En Yaundé, Camerún, hay un gran Centro, fundado por el cardenal Léger, canadiense, gran padre del Concilio, donde yo lo conocí. Después del Concilio, en 1968, sintió la necesidad, no sólo de predicar y gobernar, sino también de ser un simple sacerdote para ayudar a los que sufren. Se fue a Camerún y allí fundó ese Centro, que hoy pertenece al Estado, pero en el que trabajan sobre todo eclesiásticos, donde se ve toda la gama de sufrimientos: sida, lepra, todo. Pero también se ve la fuerza de la fe; se ve gente que, motivada por la fuerza de la fe y por el amor que suscita la fe, se pone totalmente a disposición. Así el sufrimiento se transforma y las personas que ayudan quedan transformadas, se hacen más humanas, más cristianas: se experimenta algo del amor de Dios. Por eso, en nuestras dimensiones, también nosotros queremos ser siempre sensibles ante el sufrimiento, ante los que sufren, ante los pobres, ante las personas necesitadas por diversas formas de pobreza, incluso espiritual, que nos esperan, en las que nos espera el Señor. Gracias por todo lo que hacéis.

Según la tradición, el consejo es un don del Espíritu Santo; y un párroco, mucho más un Papa, necesita consejo, necesita que le ayuden a encontrar las decisiones. Por eso, estos consejos pastorales realizan también una obra del Espíritu Santo y atestiguan su presencia en la Iglesia.

Gracias por todo lo que hacéis. Que el Señor os acompañe siempre y os dé la alegría pascual para todo el año. Muchas gracias.

DESPEDIDA

Queridos amigos, os doy las gracias por vuestro entusiasmo, que me hace pensar en África, donde he visto a tantas personas con la alegría de ser católicas y formar parte de la gran familia de Dios. Gracias porque veo la misma alegría también en vosotros.



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