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DISCURSO  DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS MUCHACHOS DE LA ACCIÓN CATÓLICA ITALIANA


Lunes 19 de diciembre de 2011

 

Queridos muchachos y educadores de la Acción Católica:

También yo me siento contento de acogeros y de ver la alegría y la vida que traéis a la casa del Papa. Os agradezco mucho los buenos deseos que me habéis manifestado también en nombre de toda la Acción Católica italiana. Os quiero felicitar sinceramente por la iniciativa que habéis organizado para el mes de enero; también de este modo demostráis que sois un grupo de muchachos y muchachas excelentes, porque vuestra atención no se limita a los compañeros de escuela o de juego, sino que además quiere llegar a muchos de vuestros coetáneos que no pueden estar bien y ser felices como vosotros, porque les falta lo necesario para vivir de una manera digna. Sed siempre sensibles hacia quienes necesitan ayuda; actuad como Jesús, que no dejaba a nadie solo con sus problemas, sino que lo acogía siempre, compartía sus dificultades, lo ayudaba y le daba la fuerza y la paz de Dios.

Sé que este año reflexionáis sobre la invitación de Jesús a Bartimeo: «Levántate, te llama». También vosotros debéis escucharla cada día. Cuando vuestra madre o vuestro padre os despierten por la mañana para ir a la escuela, se repite siempre el «levántate». Es verdad que a veces no es fácil de escuchar y la respuesta no siempre es inmediata. Yo no sólo os invito a tener prontitud, sino también a ver que dentro de esta palabra diaria hay una llamada de otra persona que os ama mucho, hay una llamada de Dios a la vida, a ser muchachos y muchachas cristianos, a comenzar un nuevo día que es un gran don suyo para encontrar muchos amigos, como sois vosotros, para aprender, para hacer el bien y también para decir a Jesús: «Gracias por todo lo que me das». Por la mañana, cuando os levantéis, acordaos también del gran Amigo que es Jesús con una oración. Espero que lo hagáis todos los días.

La invitación «Levántate, te llama» ya se ha repetido muchas veces en vuestra vida y se sigue repitiendo también hoy. La primera llamada la habéis recibido con el don de la vida; estad siempre atentos a este gran don, apreciadlo, agradecédselo al Señor, pedidle que conceda una vida alegre a todos los muchachos y muchachas del mundo: que a todos se los respete, siempre, y que a ninguno le falte lo necesario para vivir.

Otra llamada importante la habéis recibido con el Bautismo, aunque no lo recordéis; en aquel momento os convertisteis en hermanos de Jesús, que os ama mucho más que cualquier otra persona, y quiere ayudaros a crecer. Otra llamada, por último, es la que habéis recibido cuando hicisteis la primera Comunión: aquel día la amistad con Jesús se volvió más profunda, íntima, y él os acompaña siempre en el camino de vuestra vida. Queridos muchachos y muchachas de la Acción Católica, responded con generosidad al Señor, que os llama a su amistad: ¡nunca os defraudará! Os podrá llamar a ser un don de amor a una persona para formar una familia, o bien os podrá llamar a hacer de vuestra vida un don a él y a los demás como sacerdotes, religiosas, misioneros o misioneras. Sed valientes al darle una respuesta, como habéis dicho: «apuntad alto»; ello os hará felices durante toda la vida.

En este momento, sin embargo, quiero aprovechar la ocasión para expresar mi agradecimiento a todos vuestros educadores, especialmente a los de la Acción Católica, y a vuestros padres; son muy valiosos porque os han ayudado y os ayudan a responder al Señor, a recorrer este camino; más aún, lo recorren juntamente con vosotros. Y me alegra de modo especial que nuestro obispo, Sigalini, haya vuelto: como sabéis, sufrió una caída y se encontraba muy enfermo. Pero el Señor lo necesita. Así pues, gracias por su regreso.

Queridos amigos, deseo pediros que hagáis algo: llevad a vuestros compañeros esta hermosa invitación —«Levántate, te llama»— y decidles: mira que yo he respondido a la llamada de Jesús y me siento contento porque he hallado en él un gran Amigo, con el que me encuentro en la oración, al que veo entre mis amigos, al que escucho en el Evangelio. La Navidad que os deseo es esta: cuando preparéis el belén, pensad que estáis diciendo a Jesús: «ven a mi vida y yo te escucharé siempre».

¡Feliz Navidad a vosotros, a vuestro consiliario, que como he dicho se está recuperando de un grave accidente, a vuestro presidente y a toda la Acción Católica italiana!



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