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PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DE LA OBRA AGUSTINUS, «UN MOSAICO DE SONIDOS»,
OFRECIDA EN SU HONOR POR LA DIÓCESIS DE WÜRZBURG


Patio del palacio pontificio de Castelgandolfo
Miércoles 26 de septiembre de 2012

 

Señores cardenales,
queridos hermanos en el episcopado y el sacerdocio,
querido obispo Hofmann, querido obispo Scheele,
ilustres músicos,
queridos huéspedes provenientes de Würzburg y de Franconia,
amables señoras y señores:

La ejecución de una obra sobre san Agustín aquí, en Castelgandolfo, es seguramente algo único. Doy las gracias de corazón a todos los que esta tarde han hecho posible este evento. Mi agradecimiento particular a usted, querido monseñor Hofmann, al Augustinus-Institut y a la diócesis de Würzburg, por el regalo que me habéis hecho de este concierto en el ámbito del simposio internacional sobre Agustín que se celebra en el Augustinianum de Roma.

Ante todo, doy las gracias a los artistas —al maestro de capilla profesor Martin Berger, a los solistas, al coro de cámara de la catedral de Würzburg y a todos los músicos— por su magistral ejecución. A todos vosotros, de corazón, un Vergelt´s Gott (Dios os lo pague).

El título de esta obra sobre san Agustín la define «un mosaico en sonidos». En siete imágenes musicales, compuestas a su vez por diversas voces, cantos y melodías, se ha pintado, de manera impresionante, un retrato de san Agustín en sonidos. Es un mosaico. Algunas piedras resplandecen según cómo cae la luz y el punto de observación, pero sólo en su conjunto se revela la imagen. Este mosaico representa la grandeza y la complejidad del hombre y del teólogo Agustín, que se aparta de cualquier tipo de clasificación y sistematización tendentes a evidenciar excesivamente sólo aspectos singulares. Así, esta composición nos dice que, si queremos conocer verdaderamente a Agustín, jamás deberemos perder de vista, mientras nos ocupamos de los detalles, el conjunto de su pensamiento, de su obra y de su persona.

La actualidad del gran Padre latino de la Iglesia es permanente. También esto nos ha demostrado, una vez más, la obra sobre Agustín que hemos escuchado. Las siete imágenes nos han permitido conocer al obispo de Hipona a través del lenguaje musical contemporáneo. Hay que destacar que lo han hecho sin hacer aparecer al mismo personaje principal. Pero precisamente por esta «ausencia» suya, Agustín se hace presente y está «sin sujeción al tiempo». La lucha del hombre y su búsqueda de lo más íntimo para él, la búsqueda de la verdad, la búsqueda de Dios, es valedera en todas las épocas; no sólo concierne a un rector y maestro de gramática en medio de los conflictos y transformaciones de la tarda antigüedad, sino también a todos los hombres en todos los tiempos. Y así, al final de la obra, encontramos las famosas palabras introductorias de las Confesiones que han resonado en diversas lenguas: «...Magnus es, Domine, et laudibils valde: magna virtus tua este sapientiae tuae non est numerus... Quaerentes enim inveniunt eum et invenientes laudabunt eum», «Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu virtud y tu sabiduría, incalculable... Alabarán al Señor los que lo buscan, porque buscándolo lo encuentran, y encontrándolo lo alabarán» (I, 1, 1).

Mi gratitud va una vez más a los promotores de esta velada dedicada a la figura de san Agustín, a los músicos y a cuantos han contribuido a la realización de este concierto. Gracias por vuestra generosa ofrenda y por el precioso regalo. Saludo también a todos los participantes en el simposio internacional sobre san Agustín que, durante estos días, se está celebrando en la sede del Instituto patrístico Augustinianum de Roma. Que vuestro simposio sobre la relación entre las culturas en el De civitate Dei contribuya de manera fecunda a profundizar el pensamiento del santo obispo de Hipona y a reconocer su actualidad para las cuestiones y los desafíos que se nos presentan hoy. A todos imparto de corazón mi bendición apostólica.



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