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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
POR EL V CENTENARIO DEL INICIO DE LA EVANGELIZACIÓN EN FILIPINAS

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Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra poder unirme, a través de este video mensaje, a la celebración por el quinto centenario del inicio de la evangelización en Filipinas.

Sé que ustedes han estado preparándose durante mucho tiempo para vivir este acontecimiento, y que en estos días lo celebran de manera especial, congregados en el Segundo Encuentro Misionero Nacional.

Quisiera compartir con ustedes tres misterios de nuestra fe, que caracterizan las raíces cristianas más profundas de vuestro pueblo: Nazaret, la Cruz y Pentecostés.

Contemplemos Nazaret. La ternura del Santo Niño, que es símbolo de la llegada del cristianismo a vuestro archipiélago, nos remite a la vida oculta de la Sagrada Familia en Nazaret. María y José educaron con amor al Niño Jesús. También ustedes, abriendo las puertas de sus familias al Santo Niño, podrán transmitir a sus hijos la fe que han recibido de sus padres. Gracias por ese profundo sentido de familia, de comunidad, de fraternidad, que los mantiene unidos, que los mantiene firmes en la fe, alegres en la esperanza, solícitos en la caridad.

Todos ustedes, Pueblo de Dios que peregrina en Filipinas, pastores y fieles, son también un pueblo que sabe acompañar a Jesús, el Nazareno, por el camino de la Cruz.

La Cruz. Cuántos momentos difíciles han sufrido ustedes, pienso sobre todo en estos años de inmediata preparación para el jubileo: terremotos, tifones, erupciones volcánicas y la pandemia del Covid-19. Pero, a pesar de todo el dolor y la devastación, han sabido cargar la cruz y seguir caminando. Han padecido mucho, pero también se han levantado, una y otra vez. Siguen trabajando, reconstruyendo, ayudándose unos a otros como buenos cireneos. Gracias también por el testimonio de esa fortaleza y confianza en Dios, que nunca los abandona. Gracias por vuestra paciencia, por vuestro mirar siempre adelante en medio de las dificultades y seguir caminando. Gracias.

Finalmente, Pentecostés. Pentecostés es el punto de llegada y por otro lado es el nuevo inicio. Hay una persona que marca este itinerario y estuvo siempre junto a Jesús, cuando era un Niño en Nazaret, desde ahí, y también acompañándolo en el momento más difícil de su vida, al pie de la Cruz. Esta persona es su Madre, María. Y María, la Madre de Jesús y Madre nuestra, también estuvo junto a los apóstoles el día de Pentecostés, rezando y esperando la llegada del Espíritu Santo. Cuando lo recibieron, salieron sin miedo a anunciar el Evangelio a todos los rincones de la tierra. María está siempre con todos ustedes. Es la madre que no abandona. Ella los ha acompañado hasta aquí y ahora le pedimos que interceda por este nuevo Pentecostés de la Iglesia en Filipinas. Así que no nos olvidemos estas tres palabras que marcan tres hitos en vuestra historia: Nazaret, la Cruz y Pentecostés. 

Durante este año jubilar los guían las palabras de Jesús: «Lo que han recibido gratis, entréguenlo también gratis» (Mt 10,8). Estas palabras son una invitación para agradecer a Dios por las personas que les han transmitido la fe. Y soy testigo que ustedes saben transmitir la fe, y lo hacen bien, sea en vuestra patria, sea afuera. Agradecer el don de la fe. Agradecer a Dios por las personas que les han dado la fe a ustedes, y por las personas a quienes ustedes van a transmitir la fe, renovando el deseo de evangelizar, de llegar a otros y llevarles la esperanza y la alegría del Evangelio.

Queridos amigos: Recuerdo mi visita a vuestro país con mucho cariño. No olvido aquel encuentro final de casi siete millones de personas. Ustedes son generosos, son abundantes, saben cómo se hace la fiesta de la fe, no pierdan eso, aun en medio de las dificultades. En esos encuentros multitudinarios los que expresaron que este don de la fe que han recibido dicen que quieren seguir compartiéndolo y anunciándolo a todos.

No tengan miedo, en esta misión no están solos. Los acompañan dos grandes santos de vuestras tierras: San Pedro Calungsod y San Lorenzo Ruiz. Dos santos catequistas que supieron dar gratuitamente lo que gratuitamente habían recibido: la vida y la fe en Jesús.

Sigan adelante, el Papa los acompaña. Que Jesús los bendiga, bendiga a todo el pueblo filipino, y que la Virgen Santa los cuide. Y que el Santo Niño siempre esté con ustedes. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. Muchas gracias.

 



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