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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A UNA DELEGACIÓN DE LA "ORIENTALE LUMEN FOUNDATION"

Sala de los Papas
Viernes 24 de octubre de 2014

 

Queridos hermanos en Cristo:

Saludo con afecto a todos los participantes en la peregrinación ecuménica, promovida por la Orientale Lumen Foundation y guiada por el metropolita Kállistos de Diokleia, a quien agradezco sus palabras. En estos días vosotros hacéis una etapa aquí en Roma. Gracias por vuestra presencia.

Toda peregrinación cristiana no es sólo un itinerario geográfico, sino sobre todo la ocasión de un camino de renovación interior para ir cada vez más hacia Cristo Señor, «el que inició y completa nuestra fe» (Hb 12, 2). Estas dimensiones son absolutamente esenciales para avanzar también a lo largo del camino que lleva a la reconciliación y a la plena comunión entre todos los creyentes en Cristo. No existe un auténtico diálogo ecuménico sin la disponibilidad a una renovación interior y a la búsqueda de una mayor fidelidad a Cristo y a su voluntad.

Me complace saber que en esta peregrinación vuestra habéis elegido recordar a los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, que fueron canonizados el pasado mes de abril. Esta elección destaca sus grandes aportaciones al desarrollo de las relaciones cada vez más estrechas entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas. El ejemplo de estos dos santos es seguramente iluminador para todos nosotros, porque ellos han testimoniado siempre una pasión ardiente por la unidad de los cristianos, que brota de la escucha dócil de la voluntad del Señor, que en la última Cena rezó al Padre para que sus discípulos «sean uno» (Jn 17, 21). En este momento, deseo recordar solamente, entre las muchas cosas que se podrían mencionar, que san Juan XXIII, en el momento en que anunció la convocación del Concilio Vaticano II, indicó entre sus finalidades precisamente la unidad de los cristianos, y que san Juan Pablo II dio un notable impulso al compromiso ecuménico de la Iglesia católica con su carta encíclica Ut Unum Sint. Durante vuestra peregrinación a Roma, queridos hermanos, quisiera pediros que recéis también por mí, a fin de que, con la intercesión de estos dos santos predecesores míos, pueda desempeñar mi ministerio de obispo de Roma al servicio de la comunión y de la unidad de la Iglesia, siguiendo en todo la voluntad del Señor.

En los próximos días, vuestra peregrinación realizará una etapa en El Fanar, donde encontraréis al Patriarca ecuménico, Su Santidad Bartolomé I. Os pido que le transmitáis mis cordiales y fraternales saludos asegurando mi afecto y mi estima. Como sabéis, yo también me estoy preparando para visitar el Patriarcado ecuménico en noviembre próximo con ocasión de la fiesta del apóstol san Andrés, respondiendo a la amable invitación de Su Santidad Bartolomé i. La visita del obispo de Roma al Patriarcado ecuménico y el nuevo encuentro entre el Patriarca Bartolomé y mi persona serán signos del profundo vínculo que une a las sedes de Roma y de Constantinopla y del deseo de superar, en el amor y la verdad, lo obstáculos que aún nos separan.

Deseándoos una buena continuación en vuestra peregrinación con abundantes dones espirituales, os pido por favor que recéis por mí y de corazón os imparto mi bendición.

 



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