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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN UN ENCUENTRO ORGANIZADO POR EL "ISTITUTO ITALIANO DELLA DONAZIONE",
CON MOTIVO DE LA JORNADA DEL DONATIVO 2017

Sala Clementina
Lunes, 2 de octubre de 2017

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Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra recibiros  con motivo del Día del Don y saludo a todos con afecto, comenzando por el Presidente del Instituto Italiano de Donación, ente promotor de este evento,  a quien agradezco sus palabras.

El don  más grande que Dios nos ha dado  a cada uno es la vida; y la vida es parte de otro don divino originario que es la creación . Todos debemos sentir la  gran responsabilidad de  proteger adecuadamente la creación y de cuidarla, defendiéndola de las  diversas formas de degradación. Tenemos la tarea de  mantener y entregar intacto a las generaciones futuras el planeta que hemos recibido como un don gratuito de la bondad de Dios. Frente a la  crisis ecológica que estamos viviendo, la perspectiva del don recibido y que se entregará a los que vienen después de nosotros es un motivo de esfuerzo y de esperanza.

El don de la vida y el don de lo creación provienen del amor de Dios por la humanidad; más aún, a través de estos dones Dios nos ofrece su amor. Y en la medida en que nos  abrimos y lo acogemos, podemos convertirnos a nuestra vez en don  de amor para nuestros hermanos. Nos lo recordó Jesús durante la Última Cena cuando dejó a sus discípulos el "nuevo mandamiento" del amor. Sabiendo que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, la hora de su Pascua de muerte y resurrección,  se despide de los Apóstoles con la entrega del  amor, como si fuera un testamento. Y dice: «Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también los unos a los otros» (Jn 13, 34).

¿En qué sentido puede Jesús definir "nuevo" su mandamiento? La novedad de su entrega reside precisamente en el hecho de que no se trata de cualquier amor, sino del amor de Jesús mismo, que dio su vida por nosotros. Un amor que se traduce en servicio a los demás: Efectivamente, poco antes Jesús había lavado sus pies a sus discípulos. Un amor que sabe abajarse, que rechaza toda forma de violencia, respeta la libertad, promueve la dignidad, rechaza cualquier discriminación. Un amor desarmado, que se revela más  fuerte que el odio. Esta es la regla del amor para aquellos que quieren seguir a Jesús: dejarse aferrar por Él, amar con El, modelar nuestras  acciones según su infinita generosidad.

El "don", que se celebra en Italia el 4 de octubre, no es un concepto abstracto, una referencia genérica al "regalo" – hay tantos regalos que pueden ser "interesados” y no gratuitos - sino una actitud y acción que hunden sus raíces en el mensaje del Evangelio. Todo el mundo, especialmente los niños y los jóvenes, están llamados a hacer la maravillosa experiencia del don. Es una experiencia educativa,  que hace crecer humana y espiritualmente, abriendo la mente y el corazón a los amplios espacios de la  fraternidad y la compartición. ¡Así se construye la civilización del amor!
Por estas razones, la Jornada del Don es una gran oportunidad en primer lugar para los jóvenes: para que puedan descubrir que el don es una parte de nosotros que se  regala gratuitamente al otro, no para perderla, sino para aumentar su valor. Donar nos hace sentirnos más felices tanto a nosotros como a los demás; donando, se  creando vínculos y relaciones que fortalecen la esperanza en un mundo mejor.

Os animo a continuar vuestro con alegría. Sed hombres y mujeres, chicos y chicas   defensores de la vida, custodios de la creación, testigo del amor donado que genera frutos de bien para la colectividad. Os acompaño con mi oración. Y vosotros también, por favor rezad por mí. Os bendigo de corazón.


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 2 de octubre de 2017.

 



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