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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS VOLUNTARIOS DE LA PROTECCIÓN CIVIL

Aula Pablo VI
Sábado, 22 de diciembre de 2018

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Me complace recibir hoy a los componentes y las estructuras operativas que constituyen el Servicio Nacional de Protección Civil. Saludo a los representantes de las organizaciones de voluntariado, de la comunidad científica, del Cuerpo de Bomberos, de la Policía y de las Fuerzas Armadas, de las instituciones locales, regionales, estatales y de las empresas que brindan servicios esenciales. Agradezco al Jefe del Departamento Nacional la presentación de la Protección Civil Italiana y también saludo a las delegaciones de los Estados extranjeros aquí presentes.

En esta hermosa ocasión, alegres por la proximidad de la santa Navidad, nuestros pensamientos y nuestra oración no pueden olvidar a las personas que este año han sido víctimas de calamidades naturales, al igual que sentimos el deseo de recordar a los que trabajan en las operaciones de socorro, que, también recientemente, han dado su vida para salvar la de los demás.

Hoy, en esta asamblea multicolor, participan los socorristas y las personas rescatadas junto con muchos ciudadanos comunes que han decidido poner a disposición de la comunidad su competencia y su tiempo libre, con esfuerzo y generosidad, asegurando el pleno funcionamiento de un sistema que constituye la forma más compleja y articulada de solidaridad pública para proteger la seguridad individual y colectiva.

El territorio italiano se caracteriza por la belleza del paisaje y por la riqueza de su patrimonio histórico y artístico. Desafortunadamente, estos elementos maravillosos coexisten con situaciones de peligro y vulnerabilidad, que a menudo se acumulan creando situaciones de riesgo potencial muy alto.

Hoy en día, las ciencias y las tecnologías pueden ayudarnos a conocer y predecir muchos fenómenos naturales, pero estas evaluaciones no siempre se pueden traducir en medidas preventivas que podrían reducir drásticamente el daño a las personas y las cosas.

Así, la protección civil italiana nunca deja de recordarnos que la defensa de la vida humana y la protección del territorio y la infraestructura no tienen lugar solamente en situaciones de emergencia, sino también, y sobre todo, en las actividades de previsión y prevención y en la fase posterior de retorno a la normalidad que, no obstante el compromiso de todos, a veces es más larga y más compleja de lo que se podría imaginar.

Vosotros, en primer lugar, operadores y voluntarios, sabéis muy bien que, como afirmaba en la Encíclica Laudato si’, «la cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación». Debería ser, en cambio, «una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad», porque «buscar solo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja, es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas, y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial» (111).

Por estas razones, la misión más importante de la protección civil se convierte en la de la educación, para que, en tiempos de paz, cada ciudadano esté capacitado para conocer los lugares de la vida cotidiana y, de este modo, pueda adoptar conductas que reduzcan los riesgos para sí mismos y para los demás. En este sentido, son particularmente útiles las iniciativas que se llevan a cabo en las escuelas con niños y jóvenes, que serán los ciudadanos y voluntarios del mañana. Siempre digo a los jóvenes que se comprometan a amar y proteger la naturaleza y que difundan el valor de la convivencia, para garantizar que gracias al compromiso diario de todos se pueda vivir en un mundo más solidario y, por lo tanto, más seguro.

A las instituciones territoriales está encomendada la tarea de planificar el uso correcto del territorio, en algunos casos también intentando remediar los posibles errores cometidos en el pasado, muy a menudo debido a la falta de conocimiento, y a proveer a su gestión y mantenimiento constante. Igualmente importante es la preparación de los planes de protección civil y su difusión: son herramientas esenciales para programar las intervenciones de prevención y organizar la respuesta en situaciones de emergencia. A menudo, el ejercicio de estas funciones implica el asumir grandes responsabilidades, a las que corresponden pocos recursos y procedimientos que no siempre son lineales.

La protección civil, que cada vez más está llamada a actuar incluso fuera de las fronteras nacionales, es un sistema organizado sobre la base del principio de subsidiariedad y, por lo tanto, representa una peculiaridad que podría inspirar a otros sectores de la vida pública. Sentarse con rapidez en torno a una mesa para concordar y llevar a cabo decisiones efectivas, superando el individualismo en vista de un objetivo compartido, puede convertirse en el método para responder con mayor propiedad a las necesidades de la población desde la perspectiva del bien común.

En este camino, es más fácil tener a la vista no solo los problemas, sino también, y sobre todo, las personas, percibiendo vuestra misión como un servicio calificado y calificador para toda la comunidad.

Con este espíritu, os deseo que celebréis la Navidad con alegría y paz de corazón. ¡Que el Señor os bendiga y la Virgen Madre os proteja! Y os pido, por favor, que recéis por mí. Gracias.


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 22 de diciembre de 2018.

 



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