Index   Back Top Print

[ ES  - IT  - PT ]

DIÁLOGO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON UN GRUPO DE JÓVENES DE LA DIÓCESIS DE GRENOBLE-VIENNE (FRANCIA)

Sala de los Papas
Lunes, 17 de septiembre de 2018

[Multimedia]


 

Preguntas de los jóvenes y respuestas improvisadas por el Santo Padre

Marion:

“Effatà”, como el ritual para los catecúmenos: “effatà” – “ábrete”, para pedir a los jóvenes que abran la boca para hablar. Esto es lo que hemos hecho:  Hemos dado  la palabra a los jóvenes. Para nosotros, sin embargo, es abrir nuestros oídos para escucharlos, y luego también abrir nuestros corazones a la presencia del Señor y al Espíritu Santo, para que guíe nuestra vida diocesana.

I Pregunta

Matthieu:

Santo Padre, me llamo Mathieu, tengo 16 años y mis amigos, en la escuela secundaria, me hacen preguntas sobre acontecimientos de actualidad  por los  que se critica mucho a la Iglesia, como la homosexualidad o la pedofilia. Respondo lo que los animadores me han enseñado, pero en el fondo no me lo creo ...

Rémy:

Santo Padre, me llamo Remy, Tengo 14 años y esta es mi pregunta: ¿Cómo actualizar hoy el mensaje de la Iglesia para que yo pueda entenderlo y transmitirlo a los jóvenes que no creen?

Papa Francisco:

No puedo responder en francés ... Ce n'est pas facile pour moi ...a esta pregunta: “¿Cómo transmitir el mensaje de la Iglesia?”. Diré una palabra, una palabra que es el secreto para transmitir el mensaje de la Iglesia: cercanía, proximidad. ¿Qué significa esto? Significa, antes que nada, hacer lo que Dios hizo con su pueblo. En el Libro de Deuteronomio, Dios dice así al pueblo: “¿Qué pueblo tiene a sus dioses tan cerca de vosotros, como tú [tienes cerca al Señor]?”. Dios se hizo cercano a su gente. Pero las cosas no terminaron allí. Quería estar tan cerca que se convirtió en uno de nosotros, hombre. Esta proximidad cristiana es el primer paso: De hecho, es “el ambiente”, el clima en el que debe transmitirse el mensaje cristiano. El mensaje cristiano es un mensaje de proximidad.

Luego, sobre el effatà: antes de hablar, escuchar. El apostolado “de la oreja”: escuchar, escuchar. “Y luego, padre, ¿hablar?”. No, detente. Antes de hablar, hacer. Una vez, un joven estudiante universitario me hizo esta pregunta: “Tengo muchos amigos en la universidad que son agnósticos, ¿qué debería decirles para que se vuelvan cristianos?”. Yo contesté: lo último que tienes que hacer es decir cosas. Lo última. Primero tienes que hacer, y él verá cómo vives la vida. Él te preguntará: “¿Por qué haces eso?”. Y entonces puedes hablar. El testimonio antes de la palabra. Este es el marco del mensaje cristiano. Ecouter, faire, y luego decir, hablar.

Además, el mensaje cristiano no se puede transmitir “en un sillón”: siempre está en camino. Siempre. Si no empiezas a caminar, no podrás transmitirlo. Jesús estuvo tres años en camino. Parecía que vivía en la calle. En camino, siempre, haciendo algo. En camino. Escuchando, testificando, respondiendo preguntas, pero en camino. Un joven que no comienza a caminar es un joven jubilado a la edad de veinte años. ¡Es malo retirarse a los veinte años! No sé ... ¿Respondí tu pregunta o no? ¿Sí? ¿Eres capaz de repetirla? Adelante.

II y III pregunta

Gabriel:

Buenos días, Santo Padre. Soy Gabriel, tengo 21 años. Con los jóvenes del departamento de Isère, estamos animados por el deseo de ponernos al servicio de los pobres que nos rodean. Personalmente, me resulta difícil vivir la solidaridad en la Iglesia: necesito estar acompañado y orientado para vivir la caridad de manera concreta.

Clara-Marie:
Santo Padre, me llamo Clara-Marie y tengo 16 años. Mi pregunta: ¿qué se espera de nosotros como jóvenes cristianos, para vivir esta caridad concretamente?

Papa Francisco:

Las dos tienen el mismo tema. Los pobres están en el centro del Evangelio. Cuando era seminarista y joven sacerdote en América Latina, era el tiempo del 68; vosotros también lo habéis conocido. Lo que más importaba era la guerrilla, el trabajo político... Y si un sacerdote hacía un trabajo con los pobres, ese sacerdote era “comunista”. Porque la situación política era así... Parecía que el único grupo que se acercaba a los pobres y luchaba por la justicia eran los comunistas. Es al revés: el Evangelio, el Evangelio pone al pobre en el centro. Todavía más, pone a la pobreza en el centro. Si no tienes pobreza espiritual, no serás un bienaventurado, un buen cristiano. Es la primera de las Bienaventuranzas: los pobres, los pobres de espíritu. Luego, acércate a los pobres, pero no de arriba abajo. Es lícito mirar a una persona de arriba a abajo solo cuando te inclinas para levantarla. En otras situaciones, no está permitido mirar a una persona de arriba a abajo. Ir donde los pobres al mismo nivel, servir a los pobres porque ellos son la imagen de Cristo. Y cuando digo pobre, digo pobre de todo: incluso los pobres de salud, los enfermos; los pobres de dinero; los pobres de cultura; los pobres que han caído en vicios, en adicciones. Cuántos de vuestros compañeros usan drogas, por ejemplo: son pobres, pobres del Evangelio. “Pero no, el de la droga tiene mucho dinero y una familia rica, no es un pobre”. No, es un pobre, es un pobre. Acercarse al pobre para servirlo. Acercarse al pobre para levantarlo. Pero levantarlo juntos, arrodillarse y tomarlo. Cuando tocas la enfermedad de un hombre pobre, estás tocando las heridas de Cristo. Este es un poco el sentido de los pobres en la Iglesia. Ça va bien?

IV y V pregunta

Thérèse:

Buenos días, Santo Padre, me llamo Thérèse, tengo 24 años. Varias veces, en mi vida personal, he hablado con personas más grandes sobre problemas de amor y sexualidad. Siempre, me he encontrado con una falta de atención y comprensión; he tenido la sensación de que no me escuchaban. Creo que esto sucede porque somos la primera generación que habla y habla específicamente sobre estos temas.

Manon:

Yo me llamo Manon y tengo 16 años. De repente, estos temas se vuelven complicados; se escucha de todo, de cualquier persona, ves tantas cosas, hay opiniones diferentes... En general, te sientes perdido. ¿Dónde habría que “situarse” en una sociedad en la que el cuerpo es profanado?

Papa Francisco:

La sexualidad, el sexo, son un don de Dios. Nada de tabús. Son un don de Dios, un don que el Señor nos da. Tienen dos propósitos: amarse y generar vida. Es una pasión, es el amor apasionado. El verdadero amor es apasionado. El amor entre un hombre y una mujer, cuando es apasionado, te lleva a dar la vida para siempre. Siempre. Y a darla con cuerpo y alma. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, la Biblia dice que ambos son imagen y semejanza de Dios. Ambos, no solo Adán o Eva, sino ambos –ensemble–, ambos. Y Jesús va más allá y dice: por esto el hombre, y también la mujer, dejarán padre y madre, y se unirán y serán ... ¿una sola persona? ..., ¿una sola identidad? ..., ¿un solo anillo de matrimonio?... Una sola carne: esta es la grandeza de la sexualidad. Y así se debe hablar de la sexualidad. Y así se debe vivir la sexualidad, en esta dimensión: del amor entre el hombre y la mujer para toda la vida. Es cierto que nuestras debilidades, nuestras caídas espirituales, nos llevan a usar la sexualidad fuera de este hermoso camino, del amor entre hombre y mujer. Pero son caídas, como todos los pecados. La mentira, la ira, la gula ... Son pecados: pecados capitales. Pero esta no es la sexualidad del amor: es una sexualidad “cosificada”, separada del amor y utilizada para la diversión. Es interesante ver cómo la sexualidad es el punto más bello de la creación, en el sentido de que el hombre y la mujer son creados a imagen y semejanza de Dios, y la sexualidad es las más atacada por la mundanidad, por el espíritu del mal. Dime: Has visto, por ejemplo –no sé si hay una en Grenoble–, pero ¿has visto una industria de la mentira, por ejemplo? No. Pero ¿has visto una industria de la sexualidad separada del amor? Sí. Se gana mucho dinero con la industria del porno, por ejemplo. Es una degeneración respecto al nivel donde Dios la ha colocado. Y con este comercio se gana mucho dinero. Pero la sexualidad es grande: defended vuestra dimensión sexual, vuestra identidad sexual. Defendedla. Y preparadla para el amor, para insertarla en ese amor que os acompañará durante toda la vida. Os diré una cosa, y luego os contaré otra. En la Plaza [San Pedro] una vez –yo saludo a la gente en la Plaza– había dos personas mayores, ancianas, que celebraban el sexagésimo aniversario del matrimonio. ¡Eran luminosos! Y yo les pregunté: “¿Habéis reñido mucho?”—“Bueno, a veces...” —“¿Y vale la pena esto, el matrimonio?” —Y estos dos, que me miraban, se miraron el uno al otro y luego volvieron a mirarme, y tenían los ojos húmedos, y me dijeron: “Estamos enamorados”. ¡Después de 60 años! Y luego quería deciros: Una vez un anciano —muy anciano, con su esposa anciana— me dijo: “Nos amamos mucho, y a veces nos abrazamos. No podemos hacer el amor a nuestra edad, pero nos abrazamos, nos besamos ... Esta es la verdadera sexualidad. No la separéis nunca del lugar tan hermoso del amor. Necesitamos hablar así de la sexualidad. Ça va?

VI pregunta

Paul:

Buenos días, Santo Padre, me llamo Paul y tengo 17 años. En este año se ha hablado mucho del compromiso de los cristianos en la sociedad, pero no siempre es fácil, porque a veces la sociedad misma o los medios critican a la Iglesia tanto por guardar silencio que por hacer demasiado. Usted mismo, Santo Padre, quizás se sienta a veces “confuso” entre estas diferentes posiciones. Mi pregunta es: ¿Cómo podemos manejar todo esto como cristianos y miembros de la Iglesia?

Papa Francisco:

También hay en la Biblia, al principio, en la Creación, una palabra que te ayudará. Cuando Caín mató a Abel, Dios llamó a Caín y le preguntó: “Caín, ¿dónde está tu hermano?”. Y él se enojó un poco y le dijo: “¿Pero acaso soy yo el guardián de mi hermano?”. Ahí [por contraste] está el punto clave del compromiso con los demás, tanto el compromiso más familiar, en la familia, con los amigos que en la sociedad. También el compromiso de hacer algo por la patria, por el mundo. Compromiso. Cuidar a los hermanos, como tú necesitas que los hermanos te cuiden. Y esta es la vida cristiana: no vivimos aislados. No estamos aislados, somos un cuerpo, un cuerpo, y Dios quiere que vayamos en comunidad, que nos cuidemos unos a otros, que tratemos de ayudarnos unos a otros en el camino. Compromiso. Esta es la base del compromiso, del engagement, la base. Luego está en la familia, en el vecindario, con los amigos. En la sociedad, un cristiano debe ser una persona comprometida. No solo aquellos que hacen política, no; no solo aquellos. Todos, todos. En el lugar donde te encuentras ¿Eres contable? Mira cómo hacerlo. ¿Eres doctor? Mira cómo hacerlo. Todo el mundo. Pero uno no puede ser cristiano sin involucrarse en la sociedad, sin crear la sociedad. No os escandalicéis por esto. Para ser un buen cristiano, hay que ensuciarse las manos y ayudar a los demás. No solo ideas, no, con hechos. Comprometerse. Y tantas veces nos equivocamos, es humano cometer errores. Pido perdón y continúo. Pero el compromiso. ¿Qué puedo hacer por los demás? Por mi familia, por mi país, por el mundo. Buscar siempre ... Lo opuesto a Caín. Caín se lavó las manos. Pilatos se lavó las manos. El cristiano se ensucia las manos. ¿Lo entendéis? Para hacer el bien a los demás.

Y había otra cosa que quería decirte... Contra el compromiso cristiano hay dos enemigos feos. El primero es el egoísmo: “No... Yo miro mis cosas, mi dinero, mi familia...”. El cierre. El egoísmo es un cierre. Las personas egoístas no saben mirar al horizonte. Es precisamente un cierre del corazón. Piensa en una madre: una madre egoísta, ¿cómo haría? Imaginemos lo que haría: se levanta, mira al bebé, es la hora de la leche, le da leche... y luego hace sus cosas; después se ensucia, lo limpia, y lo deja... Es una madre egoísta, encerrada en sí misma. Una verdadera madre, ¿qué hace? ¡No duerme para escuchar a su hijo! Se levanta, va, lo abraza, lo besa. Depende de su hijo. Está involucrada en la vida de su hijo. Este es uno de los enemigos: el egoísmo. El otro enemigo, muy fuerte, que llega cuando uno comienza a tener un compromiso más elevado en la sociedad, cuando tiene un trabajo, un puesto importante es la corrupción. La corrupción es vivir para uno mismo. Pero es tan mala que termina por no dejarte vivir para ti, sino para hacerte vivir “para los bolsillos”: te apega al dinero. Es algo malo. La corrupción del corazón, la corrupción corta todos los ideales.

Entonces: Caín, la voz de Dios que dice: “¿Dónde está tu hermano?”. Es decir, debes hacerte cargo de tu hermano. Pilatos que se lava las manos; el cristiano que se ensucia las manos con los demás, se involucra en la sociedad y trabaja. Y luego prestar atención al egoísmo que cierra el corazón y a la corrupción que quita el corazón de su lugar y lo pone en los bolsillos. ¿Está claro? ¿Estás de acuerdo o no? Y si alguien que no está de acuerdo con esto que lo diga, y así lo discutimos. De acuerdo ...

VII y VIII Pregunta

Noemi:

Santo Padre, me llamo Noemi y tengo 17 años. Como otros jóvenes de la diócesis, estoy en una parroquia viva donde es bonito ir; es un lugar donde los jóvenes se conocen y donde les gusta encontrarse. Por eso me pregunté a mí misma, Santo Padre: si hoy se hiciera cargo de una parroquia, ¿qué sería lo primero que haría?

Emilie:

Soy Emilie, tengo 25 años. Algunos de mis amigos se han alejado de la Iglesia y no he podido acompañarlos hacia Cristo. Santo Padre, ¿Cómo puedes acompañar a las personas que viven a nuestro alrededor? ¿Tiene una experiencia personal de acompañar a los jóvenes para contarnos?

Papa Francisco:

He sido párroco durante seis años: es el trabajo más hermoso que he hecho. No sé qué fue lo primero que hice, no recuerdo. Pero creo que si hoy fuera nombrado párroco, lo primero que haría sería ir allí, abrir las puertas de la iglesia, sentarme para recibir a la gente. Esta es una. Y otra que se puede hacer, y que me gusta mucho, es salir por el barrio y saludar a la gente: “¿Cómo te llamas? Encantado...”. Mirar a los ojos. ¿Recuerdas una palabra que se dijo aquí?: “Cercanía”. Lo primero que tiene que hacer un párroco: cercanía a las personas. Estar cerca. Una vez, conocí a un párroco, no era párroco —estaba en el servicio diplomático de la Santa Sede—, pero antes había sido párroco. Y me dijo: “Era tan feliz en el pueblo donde era párroco. Conocía a todas las personas, ¡también sabía los nombres de los perros!”. Esto es bueno! Él está allí, está cerca, lo sabe todo. El párroco cercano. Es cierto que cansa estar cerca de las personas porque, cuando confían, vienen, te preguntan, te dicen ...

Y luego te diré algo que no me has preguntado, pero que tal vez ayude: ¿Cuál sería el primer consejo que le daría a la gente como párroco? No chismorrear. Por favor, una parroquia que aprende a no chismorrear los unos de los otros es santa. Un sacerdote francés me dijo que en la parroquia había una señora que chismorreaba de todos, una cotilla. Su casa estaba cerca de la ventana de la parroquia, hasta el punto de que podía ver el interior de la iglesia. Un día esa mujer se enfermó. Y llamó al párroco y le dijo: “Padre, no puedo ir a misa, para comulgar, ¿me la podría traer?”. Y el párroco, ¿qué respondió? “Pero señora, no es necesario, con la lengua que tiene, desde su ventana llega al Tabernáculo”. Esto es para entender un poco. Pero esto es malo, los chismes. No lo hagáis nunca ¿Pero es divertido chismorrear de los demás? Sí, es divertido, pero luego tienes el corazón amargo. “Y padre, ¿qué puedo hacer para no chismorrear?”. Hay una medicina muy buena que no cuesta nada: morderse la lengua.

Hay una antigua regla de los peregrinos de la Edad Media más o menos, que cuando iban en peregrinación los viejos y los jóvenes había una regla: Nunca ir por delante del otro. Respetar el ritmo del otro. Acompañar a los jóvenes es esto: respetar. ¿Y si quieres decirle que vaya más rápido? “¡Mira qué bonito es esto! ... ¿Me alcanzas?”. Entonces, si puede hacerlo, comienza a ir algo más rápido. Pero nunca te apresures sin él. Dile algo agradable para que comience a ir más de prisa.

IX pregunta

Uno de los jóvenes

Tengo otra pregunta, Santo Padre: en sus comienzos, la Iglesia estaba omnipresente en la sociedad, era un modelo a seguir. Hoy, la sociedad ha evolucionado y Francia es un país secular donde el número de cristianos ha disminuido mucho. ¿La Iglesia todavía tiene un lugar? ¿Y para qué sirve? Por eso le pregunto, Santo Padre: ¿Por qué participar en una institución que a veces me parece sin sentido y sin lugar?

Papa Francisco:

Tu pregunta es muy realista, muy realista. Me hace pensar en un hincha de fútbol que está metido en un equipo y el equipo comienza a bajar, a bajar, y se pregunta: ¿Qué hago en este equipo? Tal vez diga: no, no, cambio de equipo. Si no tiene una gran pasión por ese equipo, pero tiene pasión por el fútbol, ​​elige otro equipo que juegue mejor. Cambiar de equipo, cambiar institución. Pero pertenecer a la Iglesia, antes que nada, no es pertenecer a una institución, es una pertenencia a la persona, a Jesús. El Domingo de Ramos, Jesús triunfaba; cuando multiplicó los panes, querían hacerlo rey —¡una institución hermosa!— pero el Viernes Santo lo crucificaron. Se trata de seguir a Jesús, no de seguir las consecuencias de Jesús. No las consecuencias sociales: si la Iglesia es grande o si es pequeña ..., no, sino a Jesús. Seguirlo en los momentos tranquilos, cuando florece la Iglesia y seguirla cuando la Iglesia está en crisis. Tomemos la historia de la Iglesia: con la Iglesia ha sido así. La Iglesia no la han sacado adelante grandes organizaciones, grandes partidos políticos, grandes instituciones... No. La iglesia ha salido adelante por los santos. Y hoy en día serán los santos los que la saquen adelante, no nosotros, ni siquiera el Papa. No, los santos. Ellos nos abren el camino. ¿Y por qué los santos? Porque siguen a Jesús. La fe no es una idea: es un encuentro con Jesús. Espero que este encuentro te acompañe durante toda tu vida.

X pregunta

Pauline:

Buenos días, Santo Padre, me llamo Pauline y tengo 27 años. Al escuchar los testimonios, ¿cómo podemos acompañar la vocación de cada uno en este contexto?

Papa Francisco:

La vocación es un don de Dios, y debemos protegerla. ¿Te refieres a las vocaciones sacerdotales, a la vida religiosa o a todas las vocaciones?

[Respuesta de la joven: a las vocaciones religiosas y sacerdotales]

El Señor llama. Y la persona llamada dice: “Quiero ser monja, quiero ser sacerdote, quiero ser religiosa...”. Y comienza un camino, que hay que acompañar con normalidad. La normalidad. Tengo miedo de los seminaristas que hacen así [que adoptan una “pose”], tengo miedo, porque no son normales. ¿Quieres ser sacerdote? Debes ser un verdadero hombre que salga adelante. ¿Quieres ser monja? Debes ser una mujer madura que salga adelante. Nunca reniegues de la humanidad ¡Que sean normales, porque el daño que hace un sacerdote neurótico es terrible! ¡Y el daño que puede hacer una monja neurótica es terrible! Acompañarlos en la normalidad: lo primero. Segundo: acompañarlos en la fe. Que crezcan en la fe, en la comprensión de la belleza de Dios, en la comprensión del camino de Jesús, y que su vida cambie en la relación con la oración. Tercero: acompañarlos en la pertenencia comunitaria. Un sacerdote aislado de la comunidad no va: es un “solterón”. Solterón es quien no se casa y envejece. El que no se casa y toda la vida se queda solo. Célibataire, pero yo dije una palabra más fuerte. No, el sacerdote no debe ser un “solterón” aislado, debe ser un padre. La paternidad: educarlos en la paternidad. Y también en la fraternidad. Lo mismo con la monja: la monja debe aprender a ser madre de tanta gente, y la comunidad también. Pero la monja tiene una ventaja sobre el sacerdote, una gran ventaja; —por eso creo que las monjas son más importantes que los sacerdotes—, en este sentido: son el ícono de María y de la Iglesia. ¡Es hermoso! El ícono de María. Una monja es el ícono de la Virgen y de la Iglesia. Educarla de esta manera, y en comunidad, siempre. Ayudarlos a crecer y acompañarlos.

Papa Francisco (saludo final):

Un gran saludo, ¡y siempre adelante! En la vida todos cometemos errores, hay resbalones feos, pero recordad el canto de los Alpinos: “En el arte de la escalada, el secreto no está en no caer, sino en no quedarse tirado”. Ça va bien?

Ahora, os invito a rezar juntos: “Dios te salve María ...”

(Bendición)

Et priez pour moi, je vous prie. J'en ai besoin, parce que ce travail ce n'est pas facile!

 


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 18 de septiembre de 2018.

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana