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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 19 de noviembre de 1978

 

Hoy rezamos el Ángelus por ser domingo.

En muchos sitios todavía perdura la hermosa costumbre de rezarlo durante el trabajo, también en los días de labor. Cuando la campana toca "al Ángelus", la gente interrumpe el trabajo un momento y recuerda el misterio de la Encarnación del Verbo Eterno, misterio que va unido a la Anunciación del Ángel a María. Es una costumbre bonita y llena de significado, pero que desgraciadamente parece irse extinguiendo en nuestra vida industrializada y apresurada. Aunque sea ésta la situación, no podemos olvidar la verdad profunda que encierra el antiguo lema de los benedictinos: "Ora et labora, ora y trabaja".

La plegaria une a los hombres con Dios y los hermana entre sí.

En este domingo, en el que Italia celebra el "Día del Emigrante", con esta oración en común quiero unirme a todos los que se encuentran fuera de la patria, fuera de Italia, por motivos varios, sobre todo por buscar trabajo, jornal o mejores condiciones de vida.

La emigración es un fenómeno universal. Es imposible condensar en pocas palabras todo lo que se debería decir a este propósito. Una cosa es cierta. En este día hay que trasladarse con el pensamiento y el corazón desde tantos hogares domésticos nuestros y tantas localidades de nuestro suelo patrio a otros países, a otras localidades, a otros sitios de trabajo, allí donde viven y trabajan hijos e hijas de la tierra italiana. Los recordamos siempre. Nuestros sentimientos y buenos deseos les acompañan. Bendiga Dios su vida y su trabajo. Que no olviden ellos a los que dejaron. Sepan que pensamos en ellos, nos interesamos por ellos y por ellos oramos.

El Episcopado italiano mantiene contacto continuo con los emigrantes a través de una Comisión especial. Lo mismo hacen las otras Conferencias Episcopales (por ejemplo, la Conferencia del Episcopado polaco, cuya actividad en este campo me es bien conocida).

Queridísimos hermanos y hermanas: En cualquier parte del mundo en que os encontréis perseverad en la fe y conservad la herencia noble que recibisteis de la tierra natal. Os encomendamos al Buen Pastor, Cristo, y a su Madre.

Interrumpid los otros quehaceres un momento y reuníos espiritualmente aquí, con nosotros. Recemos juntos el Ángelus...


Después del Ángelus

Un saludo afectuoso y una felicitación sincera deseo dirigir a las alumnas del 5º curso del colegio reconocido de primera enseñanza Pelà-Tono de Este, provincia de Padua, que han venido a Roma a recoger el premio nacional de la bondad Livio Tempesta, del año 1978. ¡Muy bien, muy bien, queridísimas niñas! Vuestra dedicación generosa a los otros estimule a todos a ser cada vez más buenos con el prójimo, a fin de mejorar la sociedad. Os acompaña una bendición apostólica mía particular, que hago extensiva a vuestra profesora y a vuestros superiores, a vuestros padres y a todos vuestros amigos pequeños y mayores.

 



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