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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 14 de noviembre de 1982

 

1. En la liturgia de este domingo rezamos el Salmo 15:

"El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, / mi suerte está en tu mano. / Tengo siempre presente al Señor, / con Él a mi derecha no vacilaré. / Por eso se me alegra el corazón, / se gozan mis entrañas, / y mi carne descansa serena, / porque no me entregarás a la muerte / ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción" (Sal 15, 5-10).

2. El Salmo mesiánico anuncia la resurrección de Cristo. Y, al mismo tiempo, suscita la fe en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro.

Con las palabras de este Salmo quiero visitar una vez más con el pensamiento y el corazón, los sepulcros de mis predecesores en la Sede de Pedro, como suele hacerse el día de la Conmemoración de todos los fieles Difuntos. Mis predecesores inmediatos: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I. Y todos los Papas, cuyos cuerpos descansan en las grutas de la basílica de San Pedro, o en cualquier otro lugar.

También deseo, con la fe y la esperanza que suscitan las palabras del Salmo mesiánico, visitar el Campo Verano y todos los cementerios de la Iglesia que está en Roma, como suele hacerse en la tarde de la solemnidad de Todos los Santos.

Finalmente, en el espíritu de la comunión universal de la Iglesia, quiero abrazar con la oración a todos los difuntos, a todos los que descansan en los cementerios del mundo entero. Efectivamente Cristo murió por todos. Redimió a todos. A todos abrió el acceso al Padre en el Espíritu Santo.

No sólo el primero y segundo día de este mes, sino durante todo el mes de noviembre, hay que recordar de modo especial a los difuntos.

3. La conmemoración de los difuntos, la oración por los difuntos, deben robustecer en nosotros mismos la fe en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro, de la que habla a continuación el Salmista, dirigiéndose a Dios con estas palabras:

Me enseñarás el sendero de la vida, / me saciarás de gozo en tu presencia, / de alegría perpetua a tu derecha" (Sal 15, 11).

El tiempo de una conmemoración especial de los difuntos debe robustecer nuestras almas en la aspiración perseverante al reino de Dios, cuya venida imploramos siempre: "Vénganos tu reino".

4. Ahora mi pensamiento se dirige a la "misión popular", que comenzó ayer en 34 parroquias de la diócesis de Roma, a cargo de las Familias franciscanas de Italia. Se trata de una iniciativa de carácter eminentemente pastoral, ofrecida con ocasión del VIII centenario del nacimiento de San Francisco de Asís, y que ocupará en conjunto a 600 misioneros y 500 misioneras.

Como Pastor de esta diócesis, me alegro vivamente de la iniciativa, y desde ahora doy las gracias a todos los que facilitarán su desarrollo eficaz. Mi deseo ferviente es que esta copiosa y extraordinaria difusión de la Palabra de Dios encuentre en la población de Roma a la que va dirigida, un terreno fértil, dispuesto a dar, con la gracia de Dios, frutos abundantes de un progreso ulterior en el amor y en la práctica del Evangelio; y además, que los generosos sembradores del Mensaje divino reciban del Espíritu Santo la fuerza que dé a su servicio toda su eficacia sobrenatural.



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