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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 13 de febrero de 1983

 

Queridísimos hermanos y hermanas:

1. La Iglesia romana quiere glorificar y dar gracias a Dios por los nuevos cardenales que, al comienzo de este mes, en la fiesta de la Presentación del Señor, han sido llamados a formar parte del Sacro Colegio.

La Iglesia romana incardina a los neocardenales desde el comienzo de su nuevo ministerio, destinando a cada uno de ellos una iglesia titular. De este modo continúa manteniéndose viva una tradición según la cual los cardenales, como representantes del clero romano, formaban el consejo del Obispo de Roma. Y después de la muerte del Papa elegían su sucesor.

La Iglesia romana da gracias a Dios por el hecho de que los nuevos cardenales reflejan la universalidad de la Iglesia: provienen, en efecto, de numerosas naciones y de todos los continentes del globo terrestre.

Al reunirnos este domingo para rezar el Ángelus Domini, quiero encomendar, por la intercesión de la Madre de la Iglesia, a los nuevos miembros del Colegio Cardenalicio, así como a todo el Sacro Colegio, al Espíritu Santo. Que su servicio de copiosos frutos para la Iglesia universal.

2. Ahora quiero recordar el encuentro que tuve, el pasado mes de noviembre, con los obispos de Camerún en visita ad Limina, y manifestar, además, a todos los miembros de esa Iglesia local mi estima y la de toda la Iglesia, por la vitalidad y el entusiasmo que caracterizan su actividad pastoral.

En una población de 8 millones y medio de habitantes, 2 millones y 300 mil son católicos: hay 19 obispos, 864 sacerdotes, 24 diáconos permanentes, 244 religiosos no sacerdotes, 1.304 religiosas, unos 9.000 catequistas.

Saludo cordialmente a todos los fieles de Camerún, con el deseo de que continúen dando siempre testimonio generoso de vida cristiana y, en particular, dirijo mis mejores deseos a los alumnos de los 5 seminarios mayores y a los de los seminarios menores.

3. El próximo miércoles comenzará el "Tiempo de Cuaresma", como preparación para la Pascua. Tiempo fuerte del año litúrgico, que este año se vivirá con especial interés por la inminente apertura del Año Jubilar de la Redención.

El pensamiento de la Iglesia se dirige a los catecúmenos que, a través de las diversas fases de la iniciación cristiana, se preparan al sacramento del bautismo, así como se dirige a todos los fieles, que están invitados a la penitencia y a la conversión. Por esto, el Miércoles de Ceniza invocaremos insistentemente al Señor a fin de que el pueblo cristiano pueda comenzar con el ayuno un camino de auténtica conversión para afrontar victoriosamente, con las armas de la penitencia, el combate contra el espíritu del mal (cf. Oración).

En este privilegiado período litúrgico, la Iglesia invita a todos a escuchar con atenta y dócil disponibilidad la voz del Señor.

 



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