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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 9 de diciembre de 1984

 

1. "Voy a escuchar lo que dice el Señor: / Dios anuncia la paz / a su pueblo y a sus amigos. / La salvación está ya cerca de sus fieles / y la gloria habitará en nuestra tierra" (Sal 84/85, 9-10).

Con estas palabras hemos rezado en la liturgia de hoy.

2. He aquí que la Virgen de Nazaret oye lo que Dios le dice por medio de su Mensajero: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios" (Lc 1, 31-35).

La Virgen de Nazaret oye lo que Dios le dice.

Ella escucha: no sólo acoge la palabra, sino que obedece a la Palabra, y responde: "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). De este modo se cumple el Adviento: el primer Adviento de la humanidad.

El Adviento significa cercanía de la salvación' significa gloria de Dios en la tierra.

3. Adviento es encuentro. De ello habla también el Salmo:

"La misericordia y la fidelidad se encuentran, / la justicia y la paz se besan" (Sal 84/85, 11).

He aquí que, juntamente con el Verbo que se hizo carne en el seno de la Virgen, desciende la justicia. Viene de Dios. Viene como gracia y paz: gracia y paz de la reconciliación con Dios en el Hijo Eterno.

¿Qué exige como correspondencia esa justicia ofrecida al hombre en Cristo?

¿Qué debe llevar el hombre en su corazón?

Debe llevar la fidelidad, porque: "La fidelidad brota de la tierra / y la justicia mira desde el cielo" (Sal 84/85. 12).

4. Así acaeció precisamente en el corazón de la Virgen Inmaculada. Por esto, en él se realizó el primer Adviento de la humanidad.

Se convirtió además en el modelo de la Iglesia. Se convirtió en el modelo del Adviento definitivo.

 



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