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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 15 de enero de 1989

 

Queridísimos hermanos y hermanas:

1. La oración mariana del Ángelus me ofrece hoy la oportunidad de acercarme en peregrinación espiritual, entre las montañas y valles de Stiria en Austria, al santuario de Mariazell, cuyos orígenes se remontan a hace más de ochocientos años. En efecto, fue en el siglo XI cuando un monje benedictino llegó a aquella región para predicar el Evangelio; llevaba consigo una estatua sencilla de madera que representaba a la Virgen con su Hijo Jesús sobre las rodillas. El monje construyó para él mismo y para la santa imagen una "celda": la "Celda de María", Mariazell; con el paso de los años se convirtió en meta de peregrinaciones cada vez más numerosas, llegando a ser el santuario más grande y famoso de la actual Austria y también de las regiones de más allá de su territorio. En efecto, la Virgen de Mariazell lleva los títulos de honor de "Magna Mater Austriae" ("Gran Madre de Austria"), de "Mater gentium slavorum" ("Madre de las gentes eslavas") y de "Magna Hungarorum Domina" ("Gran Señora de los húngaros ").

2. Uniéndome a los innumerables peregrinos de éstos ocho siglos también yo me acerqué al santuario de Mariazell el 13 de septiembre de 1983, tras haber participado en la Asamblea festiva de los Católicos en Viena. Junto a mí, se reunieron aquel día en torno al santuario, en su bellísimo marco natural, obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, seminaristas y novicios, junto a muchos laicos. Todavía tengo en los ojos y en el corazón las imágenes y emociones de aquella sugestiva celebración que se desarrolló en un clima de intenso fervor con la participación de muchos fieles. Todos tuvieron entonces la sensación de que en la asamblea litúrgica era toda la comunidad católica austríaca la que se estrechaba en torno al Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, para venerar a María.

Aquello fue un maravilloso testimonio de unidad eclesial que puede y debe valer también hoy como sostén de la fe católica, herencia tradicional de la nación austríaca.

3. Al recordar aquellas benditas horas pasadas a los pies de la Virgen de Mariazell, me agrada renovar hoy la oración de consagración de Austria a la Virgen: "Te consagramos... Madre de Dios de Mariazell, la Iglesia de Jesucristo aquí en Austria: todos los que tienen en ella alguna responsabilidad y los que la sirven, todos los Pastores y fieles... Que la Iglesia lleve a cabo hoy y en el futuro su misión: en nombre del Evangelio de Jesucristo, unida firmemente a las otras Iglesias locales de la Iglesia universal y al ministerio de Pedro en Roma, para bien y felicidad de todos los hombres de este país, los nativos y emigrantes, los creyentes y los que buscan"

"¡Magna Mater Austriae, ora pro nobis!".



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