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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 1 de septiembre de 1991

 

Queridos hermanos y hermanas:

1. Esta mañana he ido a Carpineto Romano, donde he visitado la casa natal de mi predecesor León XIII, el Papa de la encíclica Rerum novarum. También de esta manera deseo pagar la deuda de gratitud que toda la Iglesia tiene para con este gran Pontífice.

Nuestra reflexión de hoy en este encuentro para la plegaria dei Ángelus no puede menos de abordar la riqueza de enseñanzas que, en aquel documento fundamental, el Papa León XIII elaboró y propuso a la luz de las "realidades nuevas" de los tiempos modernos.

2. En épocas anteriores de la historia tuvieron lugar transformaciones sociales y económicas. Basta pensar en los cambios políticos que se produjeron después de la caída del imperio romano; las diferentes reformas agrarias; el paso de la esclavitud a la "servidumbre de la gleba" y de ésta a la condición de libertad; el florecimiento de las múltiples formas de "artes y oficios"; y la difusión de iniciativas comerciales marítimas y terrestres a escala internacional e intercontinental. Cambios de gran relieve, que la Iglesia siempre trató de seguir y orientar, inspirándose en los valores perennes del mensaje evangélico.

Pero la moderna revolución industrial, determinada por la introducción de la máquina, había creado una "cuestión social" de proporciones tan inéditas que hacían verdaderamente difícil su "lectura" y, sobre todo, su solución en el respeto pleno al hombre y sus derechos.

Era necesario reafirmar y difundir las antiguas normas de origen evangélico y, fundándose en ellas, juzgar los nuevos fenómenos, iluminando a los creyentes y a todos los hombres de buena voluntad en sus elecciones y comportamientos.

3. León XIII quiso responder precisamente a esa exigencia con su encíclica inmortal, ofreciendo una enseñanza rica y estimulante, que sus sucesores, en el arco de un siglo, han desarrollado y precisado ulteriormente.

En la práctica, se ha tratado de escribir un nuevo capítulo de la moral, que tiene por objeto, por ejemplo, las relaciones entre el capital y el trabajo, el justo salario, las condiciones económicas, sanitarias y espirituales de los trabajadores, la salvaguardia de su dignidad y de su derecho a asociarse para defender sus propias razones, y las consecuencias de la creciente automatización y de las nuevas tecnologías productivas. Éstas son cuestiones complejas y difíciles, que ayer —y también hoy— era necesario analizar y evaluar con la mayor objetividad y el mayor equilibrio posible, procurando descubrir los dictámenes de la justicia, sin descuidar la inspiración evangélica de la caridad.

Eso es lo que pretendía León XIII; y, a cien años de distancia, eso es lo que sigue intentando su Sucesor actual.

Imploremos a la Virgen Santísima, ejemplo resplandeciente de justicia verdadera —Speculum iustitiae, a fin de que ayude a los hombres de hoy a escuchar y acoger lo que la Iglesia evangeliza como bien de todos.

* * *

Saludo muy cordialmente a todas las personas de lengua española que se unen a nosotros en la plegaria a la Santísima Virgen.

Continuando con nuestro recorrido espiritual por los distintos Santuarios Marianos en Iberoamérica, con ocasión del V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo, hoy me postro a los pies de Nuestra Señora de Luján, en Argentina, y le imploro que proteja siempre a los hijos de aquella amada Nación y de toda América Latina.

Al Coral Femenino de San Justo (Argentina), a todos los fieles aquí reunidos, así como a cuantos rezan el “Angelus” en la plaza de San Pedro y a través de la radio y de la televisión, imparto con afecto la Bendición Apostólica.



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