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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 17 de enero de 1999

 

1. Se celebra hoy en Italia la Jornada para la profundización y el desarrollo del diálogo religioso judeo-cristiano. Nuestra oración se une a la de nuestros hermanos y hermanas de religión judía, a fin de pedir a Dios la bendición para todos nosotros. Quiero aprovechar esta oportunidad para renovar el deseo que formulé en la carta apostólica Tertio millennio adveniente (n. 53), a saber, que este tercer año de preparación inmediata para el jubileo, dedicado a Dios Padre, sea una gran y feliz ocasión de diálogo interreligioso, especialmente entre los creyentes en el único Dios verdadero.

2. La Jornada de diálogo con los judíos precede a la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que comienza mañana y concluye el 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo. Esta iniciativa ya se ha consolidado y es muy apreciada en las comunidades eclesiales: los cristianos de todas las confesiones compartirán en los próximos días reflexiones y experiencias sobre el tema elaborado por un equipo mixto de protestantes, ortodoxos y católicos: «Ellos serán su pueblo y él será "Dios con ellos"». Ese tema está tomado del libro del Apocalipsis (Ap 21, 3), y constituye una fuerte invitación a la esperanza, pues Dios es comunión y en Cristo ha engendrado la Iglesia, icono de la Trinidad, signo e instrumento de unidad para todo el género humano. Este misterio de comunión, que es la Iglesia, se manifestará plenamente al final de los tiempos, pero ya se realiza en la historia, como luz para todos los pueblos. Todo bautizado está llamado a participar en él con su oración incesante y su caridad fraterna.

3. Al término de este Octavario tendrá lugar, como de costumbre, una solemne celebración en la basílica de San Pablo extramuros, el próximo día 25 de enero. La presidirá en mi nombre el cardenal Edward Idris Cassidy, porque yo estaré ausente. En efecto, del 22 al 28 de enero iré a la ciudad de México y a San Luis (Estados Unidos), para entregar a los fieles del continente americano la exhortación postsinodal que recoge las indicaciones y las orientaciones sugeridas por la reciente Asamblea especial para América del Sínodo de los obispos. Os pido a todos que me acompañéis con vuestra oración en este importante viaje apostólico, que me brinda la grata oportunidad de volver como peregrino a la Virgen de Guadalupe, patrona de México y de toda América, adonde fui hace veinte años, con ocasión de la primera peregrinación apostólica de mi pontificado. A su intercesión encomendaré la nueva evangelización de América, donde vive la mayor parte de los católicos y de los cristianos del mundo. La Madre de la Iglesia obtenga a todos los creyentes en Cristo que fortalezcan sus vínculos de unidad y solidaridad, para que el testimonio evangélico sea creíble y eficaz en todas partes.


Saludos

Saludo ahora con gran afecto a los peregrinos de los diversos países de América Latina y de España, de modo particular a los fieles de la parroquia de Santa Catalina Labouré de Madrid. A todos vosotros y a vuestras familias os encomiendo bajo la protección maternal de la santísima Virgen, Madre de la Iglesia.

 



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