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PEREGRINACIÓN JUBILAR DEL PAPA JUAN PABLO II
A GRECIA, SIRIA Y MALTA TRAS LAS HUELLAS DE SAN PABLO APÓSTOL

(4-9 DE MAYO DE 2001)

SANTA MISA DE BEATIFICACIÓN DE TRES SIERVOS DE DIOS

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Plaza de los Graneros, Floriana, Malta
Miércoles 9 de mayo de 2001

 

"Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres" (Sal 107, 15).

Amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Con gran alegría he vuelto a esta isla tan querida para san Pablo, el Apóstol de los gentiles, y siempre querida para el Sucesor de Pedro. Esta visita concluye mi peregrinación jubilar, que sigue en espíritu la historia de la salvación, desde la tierra de Abraham, pasando por el Sinaí, donde Dios entregó los diez Mandamientos, hasta Tierra Santa, donde tuvieron lugar los grandes acontecimientos de la redención. Ahora, tras las huellas de san Pablo, he vuelto a vosotros, amados habitantes de Malta.

La llegada del Apóstol a vuestras playas fue dramática. San Lucas nos ha narrado el viaje accidentado y la desesperación de la tripulación y de los pasajeros cuando el barco encalló y comenzó a deshacerse (cf. Hch 27, 39-44). Hemos escuchado sus palabras:  "Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta" (Hch 28, 1). Gracias a la divina Providencia, Malta recibió el Evangelio en los primeros tiempos del cristianismo. "Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres" (Sal 107, 15).

2. Reunidos en la plaza de los Graneros de Floriana, en torno al altar del sacrificio del Señor, el Obispo de Roma se une a vuestra alabanza a la santísima Trinidad por vuestro testimonio del Evangelio a lo largo de los siglos. Fieles a vuestro padre en la fe, el apóstol san Pablo, sois conocidos en la Iglesia por vuestra devoción y vuestro celo misionero. Malta tiene una magnífica herencia cristiana, de la que con razón os sentís orgullosos, pero esta herencia es también un don que implica gran responsabilidad (cf. Lc 12, 48).

En su segunda carta a Timoteo, san Pablo dice a su colaborador:  "Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. (...) Si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él" (2 Tm 2, 8-12). Los dos hijos y la hija adoptiva de Malta que he beatificado hoy tomaron muy en serio estas palabras. Toda la Iglesia se alegra con vosotros, porque entre la multitud de santos y santas de todas las clases sociales en la historia de Malta, estos tres han sido elegidos para ser venerados e imitados de modo particular. Desde el cielo nos acompañan en nuestra peregrinación en la tierra, y con su intercesión ante el trono de Dios nos ayudan a escalar las cumbres de la santidad, que ellos alcanzaron por la gracia del Espíritu Santo.

3. Desde su muerte, en 1962, poco antes de la apertura del concilio Vaticano II, el beato Jorge Preca ha gozado de fama de santidad, tanto en Malta como en los lugares donde se han establecido los malteses. Don Jorge fue un pionero en el campo de la catequesis y en la promoción del papel de los laicos en el apostolado, que luego el Concilio subrayó de manera particular. Por eso, llegó a ser como un segundo padre de Malta en la fe. Con mansedumbre y humildad, y aprovechando plenamente los talentos de inteligencia y corazón que Dios le había concedido, don Jorge hizo suyas las palabras de san Pablo a Timoteo:  "Cuanto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros" (2 Tm 2, 2). La Sociedad de la Doctrina Cristiana, que él fundó, prosigue su obra de testimonio y evangelización en estas islas y en otras partes.

No lejos de aquí el joven seminarista Jorge Preca escuchó las palabras proféticas de un sacerdote guía:  "Jorge, cuando crezcas, muchos que temen a Dios se reunirán en torno a ti. Serás una bendición para ellos, y ellos lo serán para ti". Hoy la Iglesia en Malta llama a Jorge Preca "beato", porque reconoce que para ella es una fuente local de luz y fuerza. En sus escritos sobre la mansedumbre -su libro La escuela de la mansedumbre y su Carta-, don Jorge exhorta a sus amigos cristianos a seguir el ejemplo del Señor crucificado, perdonando todas las ofensas (cf. Lc 23, 34). ¿No se trata de un mensaje de respeto mutuo y de perdón muy necesario hoy en Malta y en el mundo? Sí, la mansedumbre de las bienaventuranzas tiene el poder de transformar la familia, los lugares de trabajo, las escuelas, las ciudades y las aldeas, la política y la cultura. Puede cambiar el mundo. "Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra" (Mt 5, 5).

Magister, utinam sequatur evangelium universus mundus (Maestro, que todo el mundo siga el Evangelio):  la oración del beato don Jorge refleja perfectamente el mandato misionero del Señor:  "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, (...), enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt 28, 19-20). Durante el año del gran jubileo toda la Iglesia experimentó de nuevo la eterna misericordia amorosa del Padre, que envió a su Hijo unigénito para nuestra salvación. La capacidad de don Jorge de comunicar la novedad del mensaje cristiano hizo de él un gran apóstol.

¿No necesita Malta precisamente esto:  sacerdotes, religiosos, catequistas y maestros que proclamen con pasión la buena nueva de lo que el Padre ha hecho por nosotros en Cristo? En el alba de un nuevo milenio, la Iglesia te mira a ti, Malta, para que vivas con más fervor aún tu vocación apostólica y misionera. Toda la Iglesia os mira.
 

4. El siervo de Dios Ignacio Falzon también tuvo un gran celo por predicar el Evangelio y enseñar la fe católica. También él puso sus numerosos talentos y su formación intelectual al servicio de la labor catequística. El apóstol san Pablo escribió:  "cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues Dios ama al que da con alegría" (2 Co 9, 7). El beato Ignacio dio con abundancia y alegría; y la gente no sólo vio en él una energía ilimitada, sino también una paz y una alegría profundas. Renunció al éxito mundano, para el que su educación lo había preparado, a fin de servir al bien espiritual de los demás, incluidos los numerosos soldados y marineros británicos destacados entonces en Malta. En su relación con ellos, de los cuales sólo algunos eran católicos, anticipó el espíritu ecuménico de respeto y diálogo que hoy os es tan familiar, pero que en aquel tiempo no era muy común.

Ignacio Falzon halló fuerza e inspiración en la Eucaristía, en la oración ante el Tabernáculo, en la devoción a María y el rosario, y en la imitación de san José. A estas fuentes de gracia todos los cristianos pueden acudir. La santidad y el celo por el reino de Dios florecen especialmente donde las parroquias y las comunidades fomentan la oración y la devoción al santísimo Sacramento. Por eso, os exhorto a cultivar vuestras tradiciones de piedad, purificándolas si fuera necesario, y fortaleciéndolas con una instrucción y una catequesis sólidas. No hay mejor modo de honrar la memoria del beato Ignacio Falzon.

5. Sor María Adeodata Pisani, nacida en Italia de padre maltés, llegó aquí a los 19 años, y pasó la mayor parte de su vida como espléndido ejemplo de consagración religiosa benedictina en el monasterio de San Pedro. Sé que algunas religiosas del monasterio no han podido venir, pero siguen esta ceremonia por televisión. A vosotras, queridas religiosas, os envío una especial bendición en este día tan feliz.

Oración, obediencia, servicio a sus hermanas y madurez al realizar las tareas que se le asignaban, fueron las características de la vida silenciosa y santa de María Adeodata. Escondida en el corazón de la Iglesia, se sentaba a los pies del Señor y escuchaba su enseñanza (cf. Lc 10, 39), saboreando las cosas que duran para siempre (cf. Col 3, 2). Con su oración, su trabajo y su amor se convirtió en una fuente de fecundidad espiritual y misionera, sin la cual la Iglesia no puede predicar el Evangelio según el mandato de Cristo, porque la misión y la contemplación se necesitan absolutamente la una a la otra (cf. Novo millennio ineunte, 16).

El ejemplo santo de sor María Adeodata contribuyó ciertamente a promover la renovación de la vida religiosa en su monasterio. Por este motivo, deseo encomendar a su intercesión una intención especial de mi corazón. En los últimos tiempos se ha hecho mucho para adaptar la vida religiosa a las nuevas situaciones actuales, y se pueden constatar los beneficios en la vida de muchos religiosos y religiosas. Pero es necesario un renovado aprecio de las razones teológicas más profundas de esta forma especial de consagración. Esperamos aún una plena puesta en práctica de la enseñanza del concilio Vaticano II sobre el valor trascendente del amor especial a Dios y al prójimo que lleva a una vida de acuerdo con los votos de pobreza, castidad y obediencia

Recomiendo a todos los hombres y mujeres consagrados el ejemplo de madurez y responsabilidad personal tan admirablemente evidente en la vida de la beata Adeodata.

6. En la vigilia de Pentecostés la archidiócesis de Malta inaugurará su asamblea sinodal, y en Gozo el obispo Cauchi ha comenzado una nueva visita pastoral. Espero fervientemente que estas y otras iniciativas contribuyan a promover la imagen de Iglesia que el concilio Vaticano II propuso:  una comunión de todo el pueblo de Dios; es la imagen que la "nueva evangelización" exige que compartan los católicos malteses. En esta comunión hay diversas funciones y ministerios, pero todos están llamados a colaborar para que se extienda el reino de Cristo, un reino de justicia, de paz y de amor. Que la intercesión de los nuevos beatos impulse a la Iglesia en Malta a caminar con confianza hacia una nueva era de unidad y responsabilidad compartida entre el clero, los religiosos y los laicos. Esto dará a los católicos malteses el nuevo estímulo que les permita entrar con confianza en el milenio que empieza, recogiendo los abundantes frutos espirituales del gran jubileo del año 2000.

¡Malta, Malta! Es mucho lo que has recibido del ministerio de san Pablo y del testimonio de los beatos don Jorge Preca, Ignacio Falzon y María Adeodata. Mientras avanzas hacia el futuro, sé fiel a la herencia que te han dejado. Sigue a Cristo con corazón indiviso, y nunca tengas miedo de anunciar la verdad que salva y los valores que llevan a la vida. La Virgen María, Madre del Verbo encarnado, te acompañe y proteja siempre, de modo que nunca dejes de dar gracias "al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres" (Sal 107, 15).

¡Viva el beato Jorge Preca!
¡Viva el beato Ignacio Falzon!
¡Viva la beata María Adeodata Pisani!
Amén.


Palabras al final de la misa de beatificación

Querido presidente Di Marco;
arzobispo Mercieca;
obispo Cauchi,
obispo Depasquale;
querido pueblo de Malta y de Gozo: 

Que el Señor os recompense vuestra amabilidad y vuestro amor.

Deseo agradeceros vuestra participación devota en esta liturgia.

Con oraciones y cantos hemos compartido la gran alegría de la Iglesia al declarar beatos a dos hijos de estas islas y a una religiosa que pasó la mayor parte de su vida aquí, con una consagración ejemplar.

Al volver a casa, llevad la bendición del Papa a vuestros seres queridos y a vuestros vecinos que no han podido estar aquí.

En particular, deseo saludar con afecto y solidaridad a las personas que, aunque no se hallan presentes aquí físicamente, están unidas espiritualmente a nosotros.

Envío un saludo cordial a los habitantes de la isla de Gozo, que esta vez no he podido visitar.

Envío un saludo especial a las monjas de las seis comunidades religiosas de clausura. Sé que oran a diario por el Papa. Queridas religiosas, os lo agradezco y os pido que sigáis siendo pilares espirituales de la Iglesia.

Recuerdo a los ancianos y me siento muy cerca de ellos. A los enfermos les digo:  tened esperanza y sed fuertes. Podéis contribuir mucho a la obra redentora de Cristo, uniendo vuestros sufrimientos a los del Señor crucificado.

Ahora, con particular afecto, saludo a los detenidos en el centro penitenciario Corradino. Sé que, junto con vuestros familiares y amigos, teníais un gran deseo de recibir la visita del Papa en recuerdo de san Pablo, el Apóstol prisionero. Pero no ha sido posible. Os abrazo espiritualmente a todos, e invoco sobre vosotros abundantes gracias divinas. Dios os bendiga a todos.

Hoy, una vez más, nos llegan de Tierra Santa tristes noticias de terrible violencia incluso contra jóvenes inocentes. Todos debemos intensificar nuestras oraciones por la paz en la tierra de Jesús.

¡Alabado sea Jesucristo!

 



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