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CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL OBISPO DE LEIRIA CON OCASIÓN
DE UNA GRAN PEREGRINACIÓN AL SANTUARIO DE FÁTIMA

 

 

Al venerable hermano
Alberto Cosme do Amara],
obispo de Leiria (Portugal)

Se va a realizar el 13 de mayo próximo otra gran peregrinación al santuario de Fátima, cuyo programa me ha sido grato conocer. Accedo, pues, de este modo sencillo al deseo que tuvo a bien expresarme de que el nuevo Sucesor de San Pedro, en el primer año de su pontificado, se haga presente espiritualmente entre los numerosos peregrinos de Portugal y del mundo que se van a reunir en ese lugar bendito.

En sintonía, por tanto, con esa asamblea orante, quiero desear cordialmente a los Pastores, sacerdotes, religiosos y religiosas, y amados fieles peregrinos a Fátima, que la gracia y la paz sean abundantes en todos para conocimiento íntimo de Dios y de Jesucristo Nuestro Señor (cf. 2 Pe 1, 2). Acudirán a venerar a la Madre de la Iglesia y, a la luz de su ejemplo luminoso y por sus méritos e intercesión, irán ahí a adorar a Dios, a ofrecerle expiación, a atraerse su misericordia e implorar auxilio y gracias para la Iglesia y la humanidad. Quisiera compartir de alguna manera y estimular este anhelo que os lleva a uniros a María Santísima, Madre de Dios verdadero y Madre nuestra. y a confiar en el amor maternal que Ella puso en el misterio de la redención y en la vida de la Iglesia; a ello impulsa la profunda necesidad de fe, esperanza y caridad de la hora en que vivimos.

Pues nos hallamos de hecho en una hora de esperanza radiante, en la que la Iglesia percibe que se encuentra muy cercana al hombre, real e íntimamente ligada al género humano y a su historia (cf. Gaudium et spes, 1); pero es también una hora colma de responsabilidad en que la Iglesia misma siente con mayor fuerza que le es indispensable una vinculación profunda con Cristo redentor del hombre.

Y entonces, "¿qué hemos de hacer. hermanos?". A esta pregunta hecha una vez a San Pedro. responde su humilde Sucesor con la misma palabra: "Convertíos..." (cf. Act 2, 38). Y la conversión —lo sabemos bien, está en el centro del mensaje de Fátima— es empeño continuo de buscar y testimoniar el "conocimiento íntimo de Dios y de Jesucristo Nuestro Señor", camino de vida eterna (cf. Jn 13, 3), que pasa necesariamente por la penitencia (cf. Lc 13, 3) y por la oración (cf. Jn 15, 5), de que la Iglesia siente en nuestros días más que necesidad, imperativo categórico.

Por esto, "peregrino" con los peregrinos de Fátima, os exhorto a rezar a María, por María y con María, Santa Madre de Dios y Madre de la Iglesia y Auxilio de los cristianos, confiados en su plenitud de gracia, manifestándole amor filial y devoción sincera basados en un propósito de fidelidad a Cristo, fidelidad a la Iglesia y fidelidad a los hombres-hermanos. Y que Nuestra Señora, abogada nuestra, sea quien presente a Dios las súplicas que os invito a hacer en unión con Cristo "Mediador entre Dios y los hombres" (1 Tim 2, 5).

— Por la armonía dentro de nuestra Santa Iglesia católica, para que vivamos y testimoniemos el misterio de redención ante todos aquellos a quienes Cristo abrazó y abraza con amor inagotable;

— por la santificación de todo el Pueblo de Dios —ministros sagrados, personas consagradas, familias, juventud, infancia—, para que haya vocaciones para la consagración al servicio del Reino y al testimonio evangélico de la caridad;

— por la paz, la justicia y la fraternidad entre los hombres y entre los pueblos; por los que no tienen hogar, o viven sin paz, sin libertad religiosa, sin amor, sin esperanza; sobre todo por los más pequeños en este "Año Internacional del Niño";

— por todos y cada uno de los peregrinos reunidos en ese santuario, por sus seres queridos, por su tierra y su patria; para que el Señor conforte, proteja y bendiga a todos.

Con estos votos y con el corazón en oración, a todos bendigo en prenda de abundante gracia y paz, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Vaticano, 28 de abril de 1979.

 

IOANNES PAULUS PP. II



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