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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LAS RELIGIOSAS MISIONERAS DE JESÚS ETERNO SACERDOTE
CON MOTIVO DEL 50 ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN


Martes 24 de marzo de 1987

 

A la reverenda madre
Maria Emanuela Jacovone
Superiora general de las Misioneras de Jesús Eterno Sacerdote

1. Se cumple este año el 50 aniversario de fundación de este instituto, que nació del corazón apostólico de la madre Margherita Maria Guaini, y me siento particularmente cercano a usted y a todas sus hermanas en esta feliz circunstancia.

Me agrada recordar aquí la valiosa herencia que dejó la fundadora, quien volvió a la casa del Padre hace tres años, una herencia que se resume en el anhelo de «hacer de su vida una ofrenda humilde pero total, en unión con la ofrenda con la que la Víctima divina en cada santa misa se ofrece al Padre divino» (Const. 3). Por tanto, cada Misionera de Jesús Eterno Sacerdote «se consagra a dar a conocer y amar a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, la sublimidad del sacrificio de la misa, la dignidad del sacerdocio ministerial y bautismal, y el ministerio del Vicario de Cristo, el Papa, mediante obras espirituales y temporales de culto y caridad» (ib., 4).

2. Precisamente con el ardiente deseo de dar a conocer a Cristo y llevarle almas, vuestra congregación abrió en 1975 una primera misión en Bolivia, ensanchando después sus horizontes a Filipinas y Perú, para difundir y hacer apreciar mejor su carisma peculiar.

La madre Margherita Maria quiso asociar también a los laicos en esta obra valiosa para la Iglesia. Así nació el movimiento apostólico «Nuovi», que hoy se está difundiendo con fervor y entusiasmo, y ya cuenta con numerosos miembros. Los asociados desean vivir conscientemente el sacerdocio bautismal, que hace a todos partícipes del sacerdocio de Cristo y de su misión salvífica. En la práctica de la vida cristiana, estos laicos dan preferencia al misterio eucarístico. Como he subrayado en la exhortación apostólica Vita consecrata, «estos nuevos caminos de comunión y de colaboración merecen ser alentados por diversos motivos. En efecto, de ello se podrá derivar ante todo una irradiación activa de la espiritualidad más allá de las fronteras del instituto, que contará con nuevas energías, asegurando así a la Iglesia la continuidad de algunas de sus formas más típicas de servicio. Otra consecuencia positiva podrá consistir también en el aunar esfuerzos entre personas consagradas y laicos en orden a la misión: movidos por el ejemplo de santidad de las personas consagradas, los laicos serán introducidos en la experiencia directa del espíritu de los consejos evangélicos y animados a vivir y testimoniar el espíritu de las bienaventuranzas para transformar el mundo según el corazón de Dios» (n. 55).

3. ¿Cómo no dar gracias al Señor por el momento de particular compromiso que está viviendo vuestro instituto? Os preocupáis, con gran generosidad, por acompañar a algunos sacerdotes que quieren participar en vuestra espiritualidad. Este era un gran deseo de la madre Margherita Maria. Quería que los sacerdotes se amaran y se ayudaran, para que siempre fueran entusiastas y generosos en su ministerio. Quería que tuvieran la «caridad intersacerdotal», para que no sintieran el peso de la soledad y fueran sostenidos en sus dificultades personales y pastorales.

El capítulo general que acaba de celebrarse ha deliberado profundizar la teología del carisma e intensificar la obra de promoción humana y de evangelización, para avanzar en la Iglesia y con la Iglesia hacia el gran jubileo. De este modo, deseáis cooperar con ella en su misión principal: ofrecer al mundo a Cristo Redentor.

4. Reverenda madre, la fuente a la que es preciso acudir constantemente para recibir energía espiritual y apostólica ha de ser siempre la Eucaristía, que «por su naturaleza ocupa el centro de la vida consagrada, personal y comunitaria (...). En ella cada consagrado está llamado a vivir el misterio pascual de Cristo, uniéndose a él en el ofrecimiento de la propia vida al Padre mediante el Espíritu (...). Se afianza e incrementa la unidad y la caridad de quienes han consagrado su existencia a Dios» (ib., 95).

 Esforzaos siempre por cultivar «una sólida espiritualidad de la acción, viendo a Dios en todas las cosas, y todas las cosas en Dios (...). La íntima unión entre contemplación y acción permitirá, hoy como ayer, acometer las misiones más difíciles» (ib., 74), teniendo presente la vida fraterna, puesto que «la vida religiosa será tanto más apostólica, cuanto más íntima sea la entrega al Señor Jesús, más fraterna la vida comunitaria y más ardiente el compromiso en la misión específica del instituto » (ib., 72).

Mientras doy gracias con vosotras al Señor por los dones que ha derramado en vuestra familia religiosa en estos primeros cincuenta años de existencia, le imparto de corazón a usted y a sus hermanas una bendición apostólica especial como signo de benevolencia paterna y prenda de constantes gracias.

Vaticano, 21 de marzo de 1997

JOANNES PAULUS PP. II



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