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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UN GRUPO DE CARDENALES Y OBISPOS
AMIGOS DEL MOVIMIENTO DE LOS FOCOLARES

 

Al venerado hermano
Señor cardenal MILOSLAV VLK

1. Con alegría me uno espiritualmente a usted y a los obispos amigos del Movimiento de los Focolares, que participan en el simposio programado en el centro Mariápolis de Castelgandolfo sobre la presencia del Resucitado como principio vital de la Iglesia.

Os envío a cada uno mi cordial saludo y mis mejores deseos. Dirijo un saludo especial a la señorita Chiara Lubich, renovándole la expresión de mi estima y mi agradecimiento por el testimonio evangélico que el Movimiento da en numerosas partes del mundo.

2. Esa iniciativa providencial, que se inserta bien en el marco del año dedicado a la Eucaristía, será seguramente para todos fuente de renovada vitalidad apostólica y de audacia misionera al afrontar los numerosos desafíos sociales y religiosos de nuestro tiempo.

En efecto, durante estas jornadas de estudio y oración, os esforzaréis por discernir los caminos más adecuados para testimoniar en la sociedad actual la presencia de Cristo resucitado, centro de la Iglesia.

Venerados y queridos hermanos, contemplad con fervor siempre vivo a Jesús en el misterio de la Eucaristía; siguiendo su ejemplo, estad dispuestos en toda circunstancia a convertiros en instrumentos de misericordia y comunión. El secreto de la eficacia pastoral es el Señor crucificado y resucitado, a quien adoramos en el sacramento de la Eucaristía. Como sabéis muy bien, para ser signos elocuentes de su amor y artífices de su paz en los diversos ámbitos, a todos se pide cultivar en primer lugar una familiaridad íntima y constante con él. De la participación intensa en la Eucaristía brota la energía espiritual necesaria para realizar todo proyecto de bien.

3. Lo encomiendo a usted, venerado hermano, y a los prelados que participan en el simposio a la protección y a la intercesión de la Virgen María. Que ella os conduzca por la senda de la santidad

Con este fin, os aseguro un recuerdo en la oración, invocando una abundante efusión de gracias y dones celestiales, mientras imparto de corazón a todos una especial bendición, que extiendo de buen grado a los fieles encomendados al ministerio episcopal de cada uno y a todo el Movimiento de los Focolares.

Vaticano, 19 de febrero de 2005

JUAN PABLO II



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