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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL CARDENAL BALLESTRERO
EN EL I ANIVERSARIO DEL TERREMOTO
QUE ASOLÓ VARIAS REGIONES DEL SUR DE ITALIA

 

Venerado hermano,
cardenal Anastasio Alberto Ballestrero, o.c.d.,
Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.

Todavía está vivo en el ánimo de todos el recuerdo del tremendo terremoto que el 23 de noviembre del año pasado devastó la zona de Campania y de Basilicata  provocando muertes, dolor, ruinas y desastres. En aquella trágica circunstancia brotó, de todos los puntos de Italia y del mundo, una conmovedora manifestación de generosidad dinámica y pronta hacia cuantos estaban necesitados de todo por causa de este funesto suceso. Yo mismo hice una dolorosa peregrinación por aquellas regiones el día 25 de noviembre. Tengo todavía en los ojos y en el corazón las lúgubres imágenes de devastaciones indescriptibles; recuerdo mi visita a la zona damnificada por el terremoto, sobre todo Potenza, Balvano —uno de los centros más duramente probados— y Avelino, con escala en Nápoles al ir y al volver. Acudí a estos lugares para repetir, a los supervivientes y heridos y a todos, el mensaje de la fe cristiana, y para darles—como dije a los heridos del hospital de San Carlos de Potenza— "un signo de esa esperanza que un hombre debe ser para otro hombre; para el hombre que sufre, el hombre sano; para un herido, un médico, un asistente, un enfermero; para un cristiano, un sacerdote. Así un hombre para otro hombre". Quise portar el testimonio vivo de mi presencia y de mi conmiseración a todos los hermanos y hermanas afligidos por la pérdida de sus seres queridos, sus casas y sus bienes; quise unir mis oraciones a sus oraciones, mis lágrimas a sus lágrimas.

Ha pasado un año desde aquel trágico ¿suceso de luto y dolor, y la Conferencia Episcopal Italiana se propone recordarlo ahora por medio de "Cáritas Italiana", que ha hecho tanto en este período en alivio de los sufrimientos de los hermanos de las zonas damnificadas, con un encuentro de oración y reflexión para suplicar a Dios, Padre de misericordia, fortaleza y esperanza para los damnificados invitar a las diócesis y a los fieles de Italia a sentir suyos los graves y múltiples problemas de carácter espiritual, pastoral y material, y contribuir a solucionarlos; y también para atraer la atención de todos los hombres de buena voluntad hacia las heridas todavía abiertas que afligen a las víctimas del seísmo.

En esta circunstancia, densa de significado, deseo expresar mi viva complacencia por esta iniciativa y quiero repetir lo que recomendé en mi llamamiento del día siguiente a mi viaje: "En estos momentos se necesitan sobre todo unión y solidaridad". Todavía hoy, a un año de distancia, se necesita unión para coordinar los esfuerzos y programas, y solidaridad generosa y desinteresada con nuestros hermanos aún preocupados quizá por el futuro.

Deseo, pues, que la amada gente del Sur vuelva a tener pronto sus casas, sus iglesias, sus pueblos; pero deseo todavía más que recobre la serenidad de una vida digna y un trabajo seguro, unidos al consuelo de la intensa y profunda solicitud de todo el pueblo y, en particular, de todas las diócesis de Italia.

Con estos deseos y prometiéndoos mi comunión en la oración, a los queridos hermanos y hermanas de Basilicata y Campania imparto una bendición apostólica que con gusto extiendo a usted, señor Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, a mons. Vincenzo Fagiolo, Presidente de "Cáritas Italiana", y a los miembros de este benemérito y dinámico organismo, a los jóvenes de los diversos Movimientos eclesiales, a todos los presentes en el encuentro y a cuantos han prestado y prestarán aportación concreta y generosa en la rápida reconstrucción de las zonas damnificadas por el terremoto.

Vaticano, 21 de noviembre de 1981, año IV de mi pontificado.

 

IOANNES PAULUS PP. II



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