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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL NUEVO EMBAJADOR DE SRI LANKA ANTE LA SANTA SEDE*


Lunes 8 de enero de 1978

 

Señor Embajador:

Os acojo cordialmente como representante del Gobierno y pueblo de Sri Lanka, Os doy las gracias por el saludo que me habéis transmitido del Presidente Jayewardene, y os ruego tengáis la bondad de hacerle llegar la expresión de mis deseos de felicidad, acompañados de la oración.

El país que representáis tiene una historia larga de hechos humanos famosos, investigación filosófica y esfuerzos por la cultura. Profeso respeto sincero hacia todos los sectores del pueblo de Sri Lanka con sus varias tradiciones culturales y religiosas, y oro a fin de que se desarrolle todo lo que es mejor de cada religión para bien de la nación entera.

La Iglesia católica considera deber suyo impulsar la unidad y el amor entre los individuos y las naciones. Considera a toda la humanidad procediendo de Dios como su origen, y destinada a Dios como a su meta final. Para la Iglesia, cada ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios y,  por ello, está dotado de una dignidad elevada que exige la mayor veneración. Se esfuerza por inculcar amor fraterno entre todos los hombres. que son hijos de un mismo Padre.

En consecuencia, con su comprensión y respeto a los demás, los católicos de Sri Lanka tiene el deber religioso de contribuir a la armonía y el bien de la nación. Me ha complacido oír a Vuestra Excelencia que los cristianos de vuestro país juegan un papel notable en la vida de la nación. Abrigo la esperanza de que ayudarán con libertad y espíritu de colaboración a construir una sociedad en la que todos puedan vivir de pleno acuerdo con su dignidad humana y desarrollar las posibilidades que Dios les ha dado.

Confío también en que vuestra nación como tal colaborará eficazmente en el progreso de la paz a escala mundial. Es ésta una causa que la Santa Sede lleva muy en el corazón. Cuento con el esfuerzo conjunto de individuos e instituciones por llevar adelante, con el pensamiento y la acción los principios humanos que edifican y salvaguardan la paz, por tanto, aprecio grandemente el bien que pueda resultar del servicio a tales principios y pido a Dios que lo bendiga.

Deseo tengan éxito los esfuerzos de Sri Lanka por el progreso económico y el aumento de colaboración internacional a fin de mejorar la situación de los sectores del mundo menos favorecidos en el aspecto material.

Como Embajador, Vuestra Excelencia tiene la misión de inculcar armonía, paz y cooperación entre las naciones. Os prometo mi apoyo pleno en el desempeño de esta tarea. y pido a Dios que sea fructífera y feliz.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n. 10, p.10.

 



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