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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A UN GRUPO DE FIELES DE SENEGAL


Viernes 14 de septiembre de 1979

 

Al recibiros en mi casa me viene espontáneamente al pensamiento el salmo 133: "¡Ved cuán bueno y deleitoso es habitar en uno los hermanos!". Claro está que procuráis vivir esta experiencia de unidad en la caridad, en Senegal primeramente; pero habéis ahondado en ella de modo inolvidable en Tierra Santa, después en Lourdes y ahora en Roma. Por estos gozos inefables riel corazón y de la fe, ¡demos gracias al Señor de los Señores!

Sé que habéis hecho muchos sacrificios para llevar a efecto por fin esta peregrinación siguiendo los pasos de Cristo, a la tumba de los Apóstoles y al lugar bendito de las apariciones de Nuestra Señora a Santa Bernardita. Os felicito. Vuestra existencia quedará marcada por ello para siempre; y las comunidades cristianas a las que pertenecéis recibirán sin duda alguna de ello un impulso bienhechor.

Vuestras personas, más imbuidas ahora del mensaje evangélico de amor universal, de la piedad mariana bien entendida, y del testimonio de los apóstoles y mártires, ¿cómo podrán no irradiar mayor vida espiritual y no sentirse más obligadas al anuncio multiforme de la Buena Nueva? Habéis recibido mucho en este largo periplo de reflexión y oración, ¡mucho deberéis dar a vuestros hermanos senegaleses!

Permitidme todavía formular un deseo. En nuestra época de incremento del turismo, los católicos deben ayudarse mutuamente a mantener o descubrir el significado profundo de la peregrinación, que es ruptura costosa con la vida diaria, retorno espiritual serio a las fuentes, experiencia de gozo cristiano, nueva alianza con Cristo Salvador, reasunción de responsabilidades eclesiales. El viaje cultural, que tiene su valor y su puesto, es una cosa. La peregrinación es otra. Decidlo a vuestros hermanos cristianos y ayudadles a llegar a ser ellos también peregrinos auténticos.

Con mi gratitud profunda por vuestra visita tan rica en significado y promesas para la Iglesia sin fronteras que Cristo quiso, os aliento de nuevo y os expreso mi confianza; y os bendigo a vosotros y a vuestros hermanos católicos, y a vuestro querido país de Senegal.

 



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