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VIAJE APOSTÓLICO A IRLANDA
(29 DE SEPTIEMBRE - 1 DE OCTUBRE)

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS ENFERMOS

Santuario mariano de Knock
Domingo 30 de septiembre de 1979

 

Queridos hermanos y hermanas:

En los Evangelios son frecuentes las referencias al particular amor e interés de nuestro Señor por los enfermos y por todos los que sufren. Jesús amó a los que sufren, y esta actitud suya ha pasado a su Iglesia. Amar a los enfermos es lo que la Iglesia ha aprendido de Cristo.

Me siento feliz de encontrarme hoy junto con los enfermos y con los minusválidos. He venido para dar testimonio del amor de Cristo por vosotros y para deciros que también la Iglesia y el Papa os aman. Sienten por vosotros respeto y estima. Están convencidos de que hay algo verdaderamente especial en vuestra misión en la Iglesia.

Con sus sufrimientos y su muerte Jesús tomó sobre sí todo el sufrimiento humano. confiriéndole un valor nuevo. De hecho, El llama a todo enfermo, a toda persona que sufre para colaborar con El en la salvación del mundo. Por esto, el dolor y el sufrimiento no se soportan a solas ni en vano. Aunque resulte difícil comprender el sufrimiento, Jesús ha aclarado que este valor está vinculado a su mismo sufrimiento, a su mismo sacrificio. En otras palabras, con vuestros sufrimientos vosotros ayudáis a Jesús en su obra de salvación. Es difícil expresar con precisión esta gran verdad, pero San Pablo la explica así: "suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1, 24).

Vuestra llamada al sufrimiento requiere una fe fuerte y paciencia. Sí, esto quiere decir que estáis llamados al amor con una intensidad particular. Pero recordad que la Santísima Madre de Dios está junto a vosotros, como estaba junto a Jesús al pie de la cruz, y nunca os dejará solos.

 



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