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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UNA REUNIÓN DE OBISPOS DE ESTADOS UNIDOS Y CANADÁ,
(DALLAS, 28-31 DE ENERO DE 1980)

 

Queridos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

Con gran esperanza y gran entusiasmo envío un saludo a todos los que estáis reunidos en Dallas. Esta importante reunión de trabajo, patrocinada por el Centro Papa Juan XXIII de Investigación y Educación médico-moral, y generosamente sufragada por los Caballeros de Colón, es una iniciativa espléndida al servicio de la verdad y al servicio de la persona humana. El haberos reunido tantos obispos de Estados Unidos y Canadá, revela que tenéis conciencia de vuestras responsabilidades pastorales en cuanto maestros auténticos del Pueblo de Dios, que está llamado a vivir su vida cristiana en el mundo moderno.

El tema de vuestras deliberaciones:  "Las nuevas tecnologías del nacimiento y la muerte", toca cuestiones complejas e inquietantes de moral médica que la Iglesia y toda la sociedad deben afrontar. En la Redemptor hominis (15) tuve ocasión de hacer la manifestación siguiente: «El progreso de la ciencia y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo, que está marcado por el dominio de la técnica, exigen un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Mientras tanto este último parece, por desgracia, haberse quedado atrás».

Con este esfuerzo conjunto de Dallas os estáis haciendo eco con gran celo de los sentimientos de mi corazón manifestados el pasado octubre en Washington D. C.: «No dudo en proclamar ante vosotros y ante el mundo que cada vida humana —desde el momento de su concepción y durante todas sus fases siguientes— es sagrada, porque la vida humana ha sido creada a imagen y semejanza de Dios». Nuestra tarea es proclamar con eficacia creciente esta sacralidad de la vida humana. Pero para llevarla a cabo debemos captar las oportunidades nuevas y los nuevos retos planteados a la persona humana por tecnologías en creciente desarrollo. En este momento importante de la historia, los obispos estáis llamados a orientar a tiempo, examinando las cuestiones nuevas a la luz de la Palabra eterna de Dios y con la ayuda que prestan las enseñanzas de la Iglesia. En tal contexto, vuestras deliberaciones coadyuvadas por los médicos, teólogos y abogados que comparten generosamente sus conocimientos y experiencia en esta reunión de trabajo, servirán para colaborar en el "desarrollo proporcional de la moral y de la ética" que la situación contemporánea exige con tanta gravedad.

Queridos hermanos: esta es la aportación grande y vital de la Iglesia de Jesucristo, sierva, a los hombres y mujeres de hoy.

Bendiga Dios el Centro Papa Juan y su deseo y compromiso de ser útil al Magisterio de la Iglesia y a la causa de la humanidad. Y que el Espíritu Santo lleve vuestras mentes y corazones a entrar cada vez más en los misterios de su sabiduría divina y a inflamaros crecientemente en su amor.

A todos los que asisten a la reunión y a cuantos han colaborado a hacerla posible imparto cordialmente mi bendición apostólica. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 



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