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VIAJE APOSTÓLICO A BRASIL

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS INDIOS DE LA AMAZONÍA


Arzobispado de Manaus
Jueves 10 de julio de 1980

 

Mis amados hijos:

Un saludo, ante todo, para todos vosotros y para cuantos aquí representáis. Vuestra presencia es muy grata al Papa, en este viaje que está realizando por Brasil, y ahora por la querida Amazonía. Está realizando este viaje especialmente para encontrarse con vosotros. Y, ¿qué os voy a decir? ¿Qué os puedo decir?

Comienzo por repetir lo que tal vez ya habéis oído decir aquí a vuestros amigos los misioneros: que la Iglesia y el Papa os estiman, os estiman mucho, por lo que sois y por lo que representáis. Representáis personas humanas y "llamados a ser de Jesucristo" (cf. Rom 1, 6), representáis también a los hijos de Dios. La Iglesia procura dedicarse hoy a vosotros, como se dedicó desde el descubrimiento de Brasil a vuestros antepasados. El Beato José de Anchieta es, en ese sentido, el adelantado y, en cierto modo, el modelo de generaciones y generaciones de misioneros jesuitas, salesianos, franciscanos, dominicos, misioneros del Espíritu Santo o de la Preciosísima Sangre, capuchinos, benedictinos y tantos otros, totalmente dedicados a vosotros. Con meritoria constancia, han procurado comunicaros, con el Evangelio, toda ayuda posible en orden a vuestra promoción humana.

Confío a los poderes públicos y a otros responsables los votos que, en este encuentro con vosotros, hago de todo corazón en nombre del Señor: que a vosotros, cuyos antepasados fueron los primeros habitantes de esta tierra, al tener sobre ella un especial derecho adquirido a lo largo de generaciones, os sea reconocido ese derecho de habitar en ella en paz y serenidad, sin el temor —verdadera pesadilla— de ser desalojados en beneficio de otros, antes bien estéis seguros de un espacio vital, que será base no solamente para vuestra supervivencia, sino para la preservación de vuestra identidad como grupo humano, como verdadero pueblo y nación. Deseo grandemente que a esta cuestión compleja y espinosa se dé una respuesta ponderada, oportuna, inteligente, para beneficio de todos. Así se respetará y se favorecerá la dignidad y la libertad de cada uno de vosotros como persona humana y de todos vosotros como un pueblo y una nación.

Que Dios os bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 



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