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VIAJE APOSTÓLICO A EXTREMO ORIENTE

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS REPRESENTANTES DE LOS MEDIOS
DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Hiroshima
Miércoles 25 de febrero de 1981

 

Queridos amigos:

Significa mucho para mí poder ofrecer una palabra de amistad en Hiroshima a cada uno de vosotros al acercarse el final de mi visita pastoral a Extremo Oriente. Sobre todo, os agradezco la paciencia, el interés y la generosidad que habéis mostrado durante este viaje. ¡Especialmente por vuestra paciencia cuando retrasaba mi horario! Os estoy muy agradecido a vosotros y a quienes representáis.

También me gustaría aprovechar esta ocasión para ofreceros una palabra de apoyo en vuestra tarea diaria, y una palabra de aliento a mantener grandes ideales: ni el sensacionalismo, ni el dominio de la opinión pública, ni la manipulación de las actividades del pueblo, ni el poder por el poder. Sino más bien: que la verdad y el amor se pongan al servicio del individuo humano y se encaminen a construir una comunidad mundial donde vosotros y vuestros hijos —y los hijos de todos— puedan vivir en la dignidad y en la experiencia el significado de la esperanza.

En el mundo actual tenéis realmente en vuestra mano instrumentos de imponente e inconmensurable poder. Pero recordad siempre: este poder pertenece al pueblo. Como todas las cosas creadas, tiene un destino universal y está pensado para el bien de todos. Vosotros sois, por lo tanto, administradores del poder del pueblo y servidores de su bienestar. La vuestra es, en efecto, una gran vocación, una espléndida misión; pero requiere una dedicación íntegra y frecuentemente renovada, y una constante responsabilidad ante el pueblo. Y así os pido que continuéis consagrando generosamente vuestros esfuerzos a la causa del pueblo, al mejoramiento de la sociedad, a la promoción de la unidad de toda la familia humana. Intentad asegurar que vuestras palabras, vuestras imágenes, vuestros programas, conduzcan a una profunda unidad entre todos los hombres, hijos e hijas del mismo Padre celestial, pues, en palabras de Pablo VI, "si bien la comunicación no es en si misma la unidad, puede ser ciertamente un sendero privilegiado para esa deseada finalidad" (Mensaje en la Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales, 25 de marzo de 1971).

Queridos compañeros de viaje, hemos realizado muchas millas juntos. Os he dado días largos y muy poco sueño. A cada uno de vosotros —corresponsales, fotógrafos, especialistas de radio y televisión—, sólo os puedo decir: ¡gracias, y que nos volvamos a encontrar!

Entre tanto, ¡que Dios os bendiga y vele por vosotros, y que al regresar al hogar con vuestros seres queridos tengáis la experiencia en vuestras propias familias del amor, la unidad y la comunicación de la alegría y la esperanza que intentáis promover en el mundo! Gracias de nuevo.

 



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