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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN LA «ASAMBLEA VÉRITAS»,
ORGANIZADA POR EL MOVIMIENTO DE ESTUDIANTES
DE LA ACCIÓN CATÓLICA ITALIANA


Sábado 7 de marzo de 1981

 

Queridísimos estudiantes:

1. Estoy muy contento de encontrarme con vosotros y de saludaros. Al término de vuestro itinerario "En busca de la verdad", habéis querido venir aquí, a la Sede de Pedro, para expresar, también en nombre de muchos amigos, vuestros sentimientos de fe y de devoción al Vicario de Cristo. Y yo, dándoos las gracias de corazón, os manifiesto toda mi alegría al poderme detener, si bien brevemente, con vosotros, que representáis a los jóvenes de la Acción Católica Italiana y, más aún, quisiera decir, representáis en este momento a todos los estudiantes de Italia. Me complazco vivamente por la obra que habéis desarrollado en cada una de vuestras diócesis en el campo de la catequesis y en el ambiente tan importante y sensible de la escuela.

Saludo en primer lugar al consiliario general, mons. Giuseppe Costanzo, al presidente central, profesor Alberto Monticone, y a todos sus colaboradores, sacerdotes y laicos, que han participado en esta óptima y estupenda iniciativa; os saludo a vosotros, aquí presentes, y a todos los que han participado en la realización del itinerario de búsqueda con cuestionarios, discusiones, asambleas, cine-forum, de manera que el "Concurso Véritas", en esta su 31 edición, ha sido ampliado notablemente, consiguiendo así interesar y responsabilizar a un mayor número de estudiantes, tomando el nombre de "Asamblea Véritas". Por medio de vosotros deseo también extender mi afectuoso saludo a todos vuestros amigos estudiantes, esparcidos por las muchas escuelas de Italia. Habéis trabajado bien en este año pasado, hasta el punto de haber merecido la designación para la asamblea en Roma y para la audiencia del Papa: tenéis derecho de sentiros alegres y satisfechos. Pero seguid perseverando en vuestro empeño de testimonio: vosotros debéis ser portadores de certidumbre y de esperanza en el ambiente de la escuela; vosotros debéis, con vuestra fe y vuestra bondad, hacer sentir la presencia y la amistad de Cristo. Los obispos de vuestras diócesis, los sacerdotes de vuestras parroquias, los profesores de religión en las escuelas, necesitan siempre vuestra ayuda, generosa y convencida. Seguid, por tanto, llevando con serenidad y fortaleza el estandarte de vuestra fe y caridad hacia todos los hombres.

2. A este respecto deseo daros sobre todo a vosotros, jóvenes de Acción Católica, una consigna relativa a la juventud de hoy y a la búsqueda de la verdad según ese itinerario que ya habéis desarrollado.

¿Cuáles son las características de la juventud actual? No es difícil, para vosotros que sois jóvenes y vivís siempre entre los jóvenes, captar la fisonomía espiritual que la caracteriza:

— es una juventud crítica, que, habiendo aumentado notablemente su patrimonio cultural, tiende lógicamente a pensar más, a reflexionar, a juzgar;

— es una juventud exigente, que, si bien a veces exagerando y cediendo al egoísmo personal, quiere y pretende honradez, verdad, justicia, coherencia;

— es una juventud que sufre a causa de lo contradictorio de las ideologías que la afectan, a causa del continuo vaciamiento de los ideales de los que es espectadora;

— es una juventud que se interroga, pues quiere darse cuenta de los acontecimientos, busca el sentido de su propia vida y el significado de la historia humana y de todo el universo, y postula certidumbre y claridad sobre su propio destino y en cuanto a su propia conducta;

— es una juventud ansiosa de verdad, de ideales por los que vivir, de responsabilidad, de belleza moral, de inocencia, de alegría.

Pues bien, queridísimos estudiantes, es a la juventud de esta generación a la que vosotros debéis acercaros, conocer, amar, iluminar. Es con ella con quien debéis continuar el itinerario de la búsqueda de la verdad. Con claridad y con confianza.

En cualquier ambiente que os encontréis propugnad siempre y ante todo la validez de la búsqueda de la verdad, para combatir esa sensación de escepticismo y problematicidad absoluta que elimina todo deseo de investigación, y que puede penetrar fácilmente en el ánimo juvenil. Cuidad, en segundo lugar, la seriedad de la búsqueda, de manera que no arrojéis nunca la duda sobre las verdades fundamentales relativas a la certeza racional sobre Dios, el mensaje de Cristo y la enseñanza auténtica de la Iglesia. Y finalmente, testimoniad la eficacia de la búsqueda de la verdad salvífica con la alegría cristiana, viviendo las bienaventuranzas y sosteniendo la vida espiritual con la Eucaristía y la oración.

3. A los jóvenes que con angustia y afán se preguntan: "¿Qué es la verdad? ¿Existe la verdad?", vosotros les responderéis con valiente convicción: "¡Ciertamente! ¡Cristo es la verdad y sólo El tiene palabras de vida eterna!". A los jóvenes que están sedientos de alegría, de belleza y de amor, responderéis con San Agustín: "Sólo la verdad hace felices" (Enarr. in Ps. 4, 3). "La felicidad es gozar de la verdad. Es esto, pues, el gozo de Ti, que eres la Verdad, oh Dios, mi luz, salvación de mi rostro, mi Dios. Es ésta la felicidad que todos ansían, es ésta la sola vida feliz que todos quieren, es ésta la alegría que todos desean: la alegría de la verdad" (Confesiones, lib. 10, cap. 23).

Esta es la magnífica tarea que os espera continuando con vuestros amigos estudiantes el itinerario de búsqueda. Que Os ayude y os inspire María Santísima, la "Sede de la Sabiduría", "Causa de nuestra alegría".

Con estos deseos, os imparto de corazón mi especial bendición apostólica, que extiendo con afecto a vuestros profesores de religión, a vuestros consiliarios y a todos vuestros amigos estudiantes de Italia.

 



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