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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON MOTIVO DEL ENCUENTRO NACIONAL ECLESIAL CUBANO

 

Queridos hermanos en el episcopado,
sacerdotes, religiosos y religiosas,
amadísimos hijos e hijas:

El encuentro Nacional Eclesial Cubano, que del 17 al 23 de este mes de febrero congregara junto a sus Pastores a una representación de sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares de la Iglesia Católica de Cuba —con la presencia, como invitados, de algunos arzobispos y obispos de otros países— me ofrece una grata ocasión para dirigir a todos vosotros —y a toda la comunidad de Cuba— mi mas sentido y cordial saludo.

Me alegra profundamente que el Señor Cardenal Eduardo Pironio, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, os lleve este Mensaje asegurándoos mi recuerdo constante y mi oración por vosotros.

Llega así, con este Encuentro, a su conclusión aquella reflexión eclesial que iniciada en el ámbito de las parroquias y a nivel diocesano, ha producido ya una consoladora renovación espiritual.

Los resultados de la encuesta y de las consultas llevadas a cabo, recogidos en el “Documento de Trabajo” que he examinado con atención, esperan recibir en estas jornadas una nueva profundización y un merecido reconocimiento, que den a la Iglesia en Cuba un renovado entusiasmo apostólico, gracias a la fidelidad personal de los miembros del Pueblo de Dios y a su esfuerzo conjunto de evangelización.

Veo en este Encuentro un fruto significativo y concreto del Concilio Ecuménico Vaticano II, el cual —como declaraba Pablo VI en la Carta Apostólica “In Spiritu Sancto”, del 8 de diciembre de 1965— debe considerarse como uno de los mayores acontecimientos de la Iglesia, ya que, habiendo tenido presente las necesidades de la época moderna, ha querido, en primer lugar, responder a las necesidades pastorales y, alimentando la llama de la caridad, se ha esforzado por ir al encuentro no sólo de los cristianos separados de la comunión de la Sede Apostólica, sino también de toda la familia humana.

El reciente Sínodo Extraordinario de los Obispos ha querido confirmar estas mismas perspectivas, dando un impulso nuevo a la misión pastoral de la Iglesia en todas sus dimensiones y a todos sus niveles.

Queridos Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares católicos: en el logro de los objetivos específicos de este Encuentro Nacional Eclesial Cubano, os sostendrán la luz y la fuerza del Espíritu Santo; también seréis estimulados interiormente por la experiencia de la gracia, madurada a lo largo de anos difíciles en la oración, en el sacrificio y en el abnegado compromiso de vida cristiana de numerosos católicos cubanos, testigos generosos de la palabra de Cristo y de la caridad del Padre. Estoy convencido de que en su ejemplo de fe, de servicio a la caridad y de edificante comunión eclesial, encontrareis inspiración para vuestro camino.

La presencia espiritual de María Santísima —que el pueblo cubano honra con el titulo de “Nuestra Señora de la Caridad del Cobre”— será para todos vosotros un testimonio elocuente del amor especial con que os ama el Señor. Confío este Encuentro a su protección maternal y le encomiendo, en mi ferviente plegaria, la perseverancia de cada uno de vosotros en el amor a su Hijo.

Para que lleguen a gozoso cumplimiento las esperanzas que hemos puesto en este Encuentro, y como prueba del afecto que siento por vosotros, imparto de corazón a todos los participantes y a la amada Iglesia cubana mi Bendición Apostólica.

Ciudad del Vaticano, 11 de febrero de 1986.

JOANNES PAULUS PP. II

 


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