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PALABRAS DEL SANTO PADRE  JUAN PABLO II
A UNA DELEGACIÓN OFICIAL
DE LA EX REPÚBLICA YUGOSLAVA DE MACEDONIA

Viernes 23 de mayo de 1997

 

Estimado ministro;
señores:

Una vez más, en la feliz ocasión de la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, habéis venido en peregrinación a la tumba de san Cirilo, en la basílica de San Clemente, en el centro de la antigua Roma. Por el papel único que desempeñaron en el desarrollo de la herencia espiritual y cultural de Europa, los santos hermanos de Salónica sobresalen como un símbolo de la unidad de este continente, y las lecciones de su vida son especialmente oportunas hoy, mientras Europa busca un nuevo sentido para su identidad y su destino.

Cirilo y Metodio muestran, sobre todo, la importancia de buscar la unidad de todos los cristianos en la única Iglesia de Cristo. El patriarca de Constantinopla los había enviado al este de Europa, como respuesta a la petición del príncipe Rostislav de la Gran Moravia. El príncipe deseaba conocer el evangelio de la salvación, y pidió que fuera enviado a su pueblo «un obispo y maestro (...) capaz de explicarle la verdadera fe cristiana en su propia lengua» (Vita Constantini, XIV, 2-4; Slavorum apostoli, 5). Las diócesis occidentales que confinaban con la Gran Moravia creyeron que a ellas competía la responsabilidad de llevar la cruz de Cristo a los países eslavos, y por eso obstaculizaron la empresa de los dos hermanos. Entonces, Cirilo y Metodio se dirigieron al Papa, para que les confirmara su misión entre los eslavos. Así, en una época en que la Iglesia no sufría la división entre el Este y Oeste, una intervención conjunta de Roma y Constantinopla produjo un gran beneficio para la obra de difusión del Evangelio. Pido siempre a Dios que llegue pronto el momento en que las tradiciones del Este y del Oeste, cuyo «nexo de unión, por decirlo así, son los santos Cirilo y Metodio», se reúnan «en la gran tradición de la Iglesia universal» (ib., 27).

Ojalá que la influencia de los dos santos perdure en nuestra herencia europea, especialmente en la cultura de las naciones eslavas, que deben su «comienzo » o desarrollo a la obra de los hermanos de Salónica (cf. Slavorum apostoli, 21). Su vida santa nos habla también de la importancia de la comprensión entre las diversas culturas, esencial para la coexistencia y la paz en Europa y, especialmente, en los Balcanes. Espero que vuestra estancia en Roma refuerce vuestro compromiso de conservar y poner de relieve la herencia cristiana y los tesoros artísticos de vuestro país, que han sobrevivido a las vicisitudes de la historia, para que toda Europa se beneficie de ellos.

Que Dios todopoderoso os bendiga a vosotros y a vuestros compatriotas con la unidad y la paz.

 



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