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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
AL CONGRESO ORGANIZADO POR EL CONSORCIO
DE RADIOTELEVISIONES LIBRES LOCALES (CO.RA.L.LO)


Viernes 28 de mayo de 1999

 

Queridos agentes de las radios y televisiones locales:

1. ¡Bienvenidos! Me alegra acogeros con ocasión del congreso del Consorcio de radiotelevisiones libres locales, durante el cual vais a reflexionar en el tema «Identidad y globalización». Gracias por vuestra visita, con la que queréis renovar vuestra adhesión fiel al magisterio de la Iglesia y al Sucesor de Pedro. Os saludo a todos con afecto.

Trabajáis en un sector de gran relieve social y pastoral. Al reunirme hace pocos días con el Episcopado italiano durante su asamblea anual, subrayé cuán oportuno es esmerarse para lograr que la presencia cristiana sea cada vez más eficaz en el ámbito de las comunicaciones sociales. Vuestra participación en este encuentro, tan numerosa y cualificada, testimonia y confirma el deseo que tenéis de contribuir, en plena comunión con la Iglesia, a la difusión del Evangelio. En efecto, es grande el servicio que los medios de comunicación social pueden prestar para que llegue a todos, cercanos y lejanos, el anuncio de la salvación.

2. Ya desde su nacimiento, el Consorcio del que formáis parte ha trabajado para sostener y coordinar las emisoras locales, que inspiran su servicio en los valores cristianos. La comunicación social se vuelve cada día más compleja y desempeña un papel cada vez más importante en la formación de la mentalidad y en la construcción de la sociedad civil. La misma obra de evangelización, en que la Iglesia está particularmente implicada en el umbral del tercer milenio, encuentra en el uso de los medios de comunicación social un itinerario fundamental e imprescindible.

Por tanto, vuestro compromiso no puede considerarse marginal o sectorial, entre otras razones porque la comunicación se ha convertido en el alma que da forma a la cultura de nuestro tiempo. Pero precisamente porque anima, no puede prescindir de sus responsabilidades con respecto al sentido y al valor de la vida. A veces la comunicación corre el riesgo de cubrir con la fuerza de las imágenes y de los sonidos el vacío, la pobreza de mensajes y la ausencia de sólidos puntos de referencia ética. Ante este tipo de comunicación, que prefiere tener receptores indefensos más que protagonistas activos, para aturdir más que para ayudar a reflexionar, es más urgente que nunca ofrecer, con competencia y creatividad, un suplemento de motivaciones y contenidos, a fin de realizar una red de comunicaciones al servicio del bien.

3. A la luz de estas breves consideraciones, es fácil comprender que son muchos los problemas que todos los días se presentan en vuestro trabajo. Vuestro Consorcio lucha desde hace años por un reglamento de las emisoras radiotelevisivas que tenga en cuenta a todos los sujetos y, en primer lugar, la iniciativa local, con igual dignidad y derecho que la nacional e internacional.

El rápido desarrollo tecnológico de la época moderna podría llevarnos a pensar que se ha superado la dimensión local. Pero no es así. En efecto, aunque la comunicación global ofrece nuevas oportunidades para el intercambio entre los pueblos y las naciones, pueden surgir formas nuevas y más sutiles de monopolio en las comunicaciones sociales, sostenido por fuertes intereses comerciales. Cuando los medios de comunicación social se alejan de un claro marco social y humano, los modelos que transmiten son excesivamente masificados e individualistas, y se oponen al verdadero bien de la persona, de la familia y de la comunidad local.

En este ámbito, vuestra presencia es sumamente útil para reafirmar la identidad cultural de las comunidades locales y de su territorio, con particular referencia a la tradición cristiana y a la difusión del Evangelio. El proceso de globalización será tanto más valioso y útil cuanto más sepa valorar las realidades locales con su patrimonio de identidad histórica y cultural. Aquí encuentra una aplicación peculiar y concreta el principio de subsidiariedad. El legislador está llamado a conjugar las exigencias de las emisoras de carácter nacional con las de carácter local, para realizar una integración plena. En este marco hay que reafirmar, en primer lugar, el papel de las emisoras de servicio, entre las cuales las radios y las televisiones católicas son una realidad consolidada.

4. La Iglesia sigue con gran atención este proceso, convencida de que una mayor integración entre las emisoras locales y las nacionales es de gran ayuda para la evangelización mediante la radiodifusión, como se está llevando a cabo en Italia, con un proyecto de televisión y radio por satélite. A la vez que me complacen los resultados alcanzados, renuevo aquí el deseo de que se intensifique cada vez más una colaboración cordial y un apoyo recíproco entre todos los medios de comunicación de inspiración cristiana, nacionales y locales. Por otra parte, es necesario favorecer el crecimiento del interés ante la importancia de la comunicación social en la vida y la misión de la Iglesia.

Queridos agentes, sé cuánta dedicación y cuántas energías requiere la gestión de los medios de comunicación social. Vuestro campo es difícil y está en continua evolución; exige preparación y profesionalidad; requiere respeto a las personas y celo apostólico, así como madurez espiritual, que se alimenta de oración y de fidelidad a la Iglesia.

Ya estamos a las puertas del gran jubileo del año 2000. La difusión y la extraordinaria fuerza de los medios de comunicación social podrán contribuir a que resuene en todas partes el mensaje del gran acontecimiento jubilar.

Mi deseo, confirmado por la oración, es que os hagáis intérpretes, de modo creativo y con el lenguaje específico de cada medio de comunicación, de las respuestas que el Evangelio da a las expectativas y exigencias del hombre de hoy, para que cada uno pueda emprender un verdadero camino de conversión y avanzar con alegría hacia la casa del Padre.

Encomiendo estos deseos a la intercesión materna de María, Estrella de la evangelización, a la vez que de corazón os bendigo a todos.

 



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