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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN LA PEREGRINACIÓN JUBILAR
DE LA ARCHIDIÓCESIS DE FILADELFIA

Sábado 11 de marzo de 2000

 

Querido cardenal Bevilacqua;
queridos hermanos y hermanas en Cristo:
 

Me alegra daros la bienvenida a Roma con ocasión de la peregrinación del Año jubilar de la archidiócesis de Filadelfia. Vuestra visita a la ciudad eterna se está realizando, como toda la peregrinación, con espíritu de oración y deseo de renovación interior. Aquí, en Roma, veneraréis las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo, y rezaréis en las catacumbas y en los monumentos que los cristianos de todos los tiempos han erigido en memoria de los mártires y los santos. Ruego para que esta peregrinación os ayude a profundizar vuestra fe en el Señor Jesucristo y a aumentar vuestro amor a su cuerpo, la Iglesia.

Un momento importante de vuestra visita jubilar consistirá en cruzar la Puerta santa, simbolizando de este modo la conversión que debe caracterizar la vida de todo cristiano. Ojalá que este paso confirme vuestro compromiso de apartaros del pecado y aceptar el don de la vida nueva que el Señor os ofrece constantemente mediante el ministerio de la Iglesia. Éste es el gran objetivo del Año jubilar:  intensificar en el corazón de todos los bautizados "un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal en un clima de oración cada vez más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado" (Tertio millennio adveniente, 42).

Os encomiendo a san Pedro y san Pablo, santos patronos de la archidiócesis de Filadelfia, a san Juan Neumann y a la beata Catalina Drexel, a quien dentro de poco tendré el honor de canonizar. Invoco sobre vosotros y vuestras familias la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo.

 



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