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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UN CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE
«BLONDEL ENTRE "L'ACTION"Y LA TRILOGÍA»


Sábado 18 de noviembre de 2000

 

Me alegra saludar a los participantes en el Congreso internacional organizado en la Universidad Gregoriana, bajo la presidencia del señor cardenal Paul Poupard, sobre "Blondel entre L'Action y la Trilogía".

Vuestro congreso es particularmente importante  si se lo relaciona con una serie de exigencias, cuya urgencia recordé en la  encíclica  Fides  et  ratio. Así insistí en  la  necesidad  del  estudio de la filosofía como praeparatio fidei (cf. n. 61) y en las relaciones de la teología, ciencia de la fe, con la razón filosófica (cf. nn. 64-69).

En la base de la filosofía de Maurice Blondel está la percepción aguda del drama de la separación entre la fe y la razón (cf. nn. 45-48), y la voluntad intrépida de superar esta separación contraria a la naturaleza de las cosas. El filósofo de Aix es un eminente representante de la filosofía cristiana, entendida como especulación racional, en unión vital con la fe (cf. n. 76), con una doble fidelidad:  a las exigencias de la investigación intelectual y al Magisterio.

En un mensaje enviado el 19 de febrero de 1993 a monseñor Bernard Panafieu, entonces arzobispo de Aix, para el Congreso internacional con motivo del centenario de L'Action, subrayé que "Blondel prosiguió su obra clarificando incansable y obstinadamente su pensamiento, sin renegar de su inspiración". Y añadí:  "los filósofos y los teólogos actuales que estudian la obra de Blondel deben aprender de este gran maestro precisamente su valentía de pensador, unida a una fidelidad y a un amor indefectible a la Iglesia" (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de marzo de 1993, p. 7). Quiera Dios que todos los que están comprometidos en la investigación intelectual acepten valientemente, como Blondel, reconocer los límites de todo pensamiento humano y se dejen guiar hasta el umbral del misterio divino, que conocemos por la fe.

Renovándoos mi aliento, os imparto de buen grado la bendición apostólica.

 



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