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PALABRAS DEL PAPA JUAN PABLO II
EN LA ENTREGA DEL PREMIO "PERDONANZA 2001"


Jueves 23 de agosto de 2001

 

Venerado hermano en el episcopado;
ilustres señores y señoras: 

1. Me alegra acoger en vosotros a los miembros del jurado del premio internacional "Perdonanza". Habéis querido pensar en mí como primer destinatario de este premio vinculado a la memoria de mi santo predecesor Celestino V. A la vez que os expreso mi gratitud, os saludo a cada uno y, de modo particular, a monseñor Giuseppe Molinari, pastor de la archidiócesis, al señor Biagio Tempesta, alcalde de la ciudad de L'Aquila, y al presidente del jurado, doctor Antonio Cicchetti, a quien agradezco las cordiales palabras que me ha dirigido en nombre de todos.

Con alegría constato que, al término del gran jubileo del año 2000, casi para prolongar su espíritu en relación con el antiguo privilegio concedido por san Celestino V, habéis creado este premio, que se otorgará anualmente a una personalidad que se distinga en la promoción de la paz, la reconciliación y la solidaridad. En efecto, en estos valores se inspiró, hace setecientos años, el santo ermitaño del Morrone, Pietro Angelerio. Como se lee en el reglamento que instituye el premio, una vez elegido Papa en un período difícil de la historia de la Iglesia, quiso vincular de modo indeleble con la amada abadía de Collemaggio el don de una indulgencia plenaria, que pudieran lucrar todos los cristianos, "respetando la sencilla regla de una triple reconciliación:  con el Creador, con las criaturas y consigo mismos" (art. 2).

2. El premio "Perdonanza" entraña un mensaje en perfecta sintonía con el valiente compromiso de renovación espiritual al que está llamada la Iglesia al comienzo de este tercer milenio. La indulgencia, concedida por Celestino V "universis Christi fidelibus", proponía efectivamente a la cristiandad de aquel tiempo, marcada por profundos contrastes, el remedio de la humilde y sincera conversión a Cristo. ¿Acaso no es esta la "terapia" adecuada también para los cristianos de hoy, a menudo afligidos por discordias no menos graves?

La "Perdonanza" no sólo tiene sentido religioso, sino también cultural y social, que el premio instituido por vosotros justamente pone de relieve. A los hombres de nuestro tiempo, deseosos de justicia y solidaridad, de amor y paz, les recuerda que sin una fuerte referencia a Dios no es posible recuperar estos elevados valores morales universalmente válidos.

3. Por tanto, al recibir este galardón expreso mi deseo de que vuestra iniciativa contribuya a mantener viva la memoria de san Celestino, ilustrando su enseñanza espiritual con sus implicaciones sociales concretas. Ojalá que ayude a difundir y consolidar una auténtica cultura de paz y solidaridad, fruto de una verdadera y estable reconciliación "con el Creador, con las criaturas y consigo mismos".

Con estos deseos, al mismo tiempo que invoco la intercesión de María elevada al cielo, venerada en la basílica de Collemaggio en L'Aquila, de san Juan Bautista y de san Celestino V, de buen grado os imparto a vosotros, a vuestros seres queridos y a toda la comunidad de L'Aquila, una especial bendición apostólica.

 



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