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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS PEREGRINOS QUE PARTICIPARON EN LA CANONIZACIÓN


Lunes 26 de noviembre de 2001

 

Amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Me alegra mucho encontrarme de nuevo con vosotros, al día siguiente de la solemne canonización de José Marello, Paula Montal Fornés de San José de Calasanz, Leonia Francisca de Sales Aviat y María Crescencia Höss. Este encuentro nos brinda la oportunidad de prolongar la acción de gracias que ayer elevamos al Señor. Al mismo tiempo, podemos contemplar aún, durante algunos momentos, el luminoso testimonio de estos ejemplares discípulos de Cristo.

Saludo cordialmente a los señores cardenales, así como a las autoridades civiles que han querido asistir a este feliz acontecimiento. Expreso mi agradecimiento en especial a los obispos y a los sacerdotes que han guiado a los numerosos grupos de peregrinos.

San José Marello

2. Los primeros en alegrarse por la canonización de José Marello son sus hijos espirituales, los Oblatos de San José, a los que dirijo mi afectuoso saludo así como mis cordiales felicitaciones. Queridos hermanos, han pasado sólo ocho años desde que, en la plaza de Asti, proclamé beato a vuestro amado fundador. Un ulterior signo prodigioso, la curación de dos niños en Perú, ha permitido coronar también en la tierra su itinerario de santidad. Es muy significativo que esto suceda recién concluida la Asamblea ordinaria del Sínodo de los obispos dedicada precisamente al ministerio del obispo en el hoy de la Iglesia y del mundo.

Dirijo un saludo especial a los peregrinos de Asti y a los de Acqui, ciudades donde ejerció su ministerio respectivamente como sacerdote y obispo. Pero inmediatamente lo extiendo a todas las comunidades, en diversas partes del mundo, a donde la Providencia ha impulsado a los Oblatos y su misión. Juntamente con todos vosotros, hijos y devotos de san José Marello, deseo dar gracias al glorioso san José, patrono de la Iglesia universal. El profundo amor a la Virgen María hizo que el joven Marello eligiera a san José como modelo de vida y guía en el seguimiento de Cristo. Este es, en síntesis, el mensaje que deja a todos los cristianos —religiosos, familias y sacerdotes—:  amar a la Madre del Redentor e imitar a su Custodio.

Santa Paula Montal Fornés de San José de Calasanz

3. Con afecto saludo ahora a los obispos, sacerdotes y fieles venidos para la canonización de la madre Paula Montal Fornés, y, muy especialmente a las Hijas de María, Religiosas Escolapias, así como a los Padres Escolapios y a los alumnos, alumnas, y al nutrido grupo de ex alumnas de la familia calasancia.

La nueva santa es para vosotros un personaje conocido y admirado; por eso, habéis querido estar presentes en Roma para la ceremonia solemne de ayer. Ahora, con la canonización de santa Paula Montal su figura es propuesta a toda la Iglesia como modelo y como intercesora. Su perfil espiritual nos muestra una persona que se fía de Dios y se consagra a él, colaborando en su plan de salvación, especialmente por medio de la dedicación a la enseñanza. Fue una mujer mística arraigada en la acción, dedicada a la realización de una obra bien hecha al servicio de la Iglesia y del mundo. En las circunstancias concretas de su tiempo, nada fáciles, intuyó el papel de la mujer en la familia y la sociedad, y se entregó a un ideal:  la educación humano-cristiana de la mujer.

Su mensaje es plenamente actual. A este respecto, me complace recordar cómo en una de sus cartas escribe:  "Tenemos la obligación de buscar la tranquilidad y el progreso de la sociedad, los cuales sólo son posibles con una vida limpia, que es la que Dios nos pide". Que con su intercesión el mundo actual camine por esas vías, para lo cual son necesarios educadores cristianos que transmitan, con competencia y con el testimonio de la propia vida, los valores del Evangelio a los niños y jóvenes de hoy, llamados a ser los protagonistas del mañana.

Santa Leonia Francisca de Sales Aviat

4. Queridos peregrinos, vuestra presencia es signo de vuestra atención al carisma siempre actual de santa Francisca de Sales Aviat, fundadora de la congregación de las religiosas Oblatas de San Francisco de Sales, a cuya superiora general, sor François-Isabelle Stiegler, saludo. Asimismo, saludo a monseñor Stenger, obispo de Troyes, y a monseñor Louis, obispo de Châlons, diócesis donde nació y vivió Leonia, así como a los miembros de las instituciones civiles de la región.

A vosotros, profesores y educadores que aseguráis una misión juntamente con las religiosas Oblatas, prestando así un servicio indispensable a la juventud en diversas regiones del mundo, os animo a proseguir esta tarea educativa, a fin de transmitir a los jóvenes los valores humanos y cristianos necesarios para su maduración, mediante una formación integral y el testimonio de vuestra vida. Queridas hermanas, doy gracias por vuestra hermosa vocación, que une la contemplación y la acción. Vuestro deseo de vivir la vida diaria con amor tiene ya una orientación misionera. No os desaniméis ante las dificultades, acerca de las cuales la madre Aviat decía que "son siempre medios que Dios nos da para ir a él". Siguiendo su ejemplo, testimoniad la alegría de la entrega a Cristo, felices de "estar al servicio de nuestro Señor, alegres de conquistar almas para él, alegres (...) de aprender a dominarse y renunciar". Os imparto a todos una  afectuosa  bendición apostólica.

Santa María Crescencia Höss

5. Con gran alegría doy la bienvenida a los fieles alemanes que han venido para la canonización. En particular, saludo al cardenal Friedrich Wetter, así como al obispo Viktor Josef Dammertz, que ha encabezado la peregrinación a la ciudad eterna.

Santa María Crescencia Höss es un gran don. Sentíos orgullosos de esta mujer. Es un signo no sólo para la ciudad de Kaufbeuren, sino también para la diócesis de Augsburgo y la provincia eclesiástica de Munich y Freising, así como para toda la Iglesia en Alemania.

Aunque nos separa de ella un largo período de tiempo, la nueva santa nos habla también al inicio del tercer milenio. Ante su tumba, devotos de diferentes confesiones encomiendan a diario sus preocupaciones a la santa. Ya en vida, María Crescencia Höss recordaba a la gente a alguien que también nosotros necesitamos:  el Espíritu Santo. El Espíritu Santo puede realizar grandes cosas en nosotros y en toda la Iglesia, si se lo permitimos. Con este deseo, os imparto la bendición apostólica a vosotros y a todos aquellos cuyas peticiones habéis traído a Roma.

6. Queridos hermanos, una vez más, a través de estos cuatro nuevos santos, la Iglesia nos señala y nos llama al "alto grado" de la vida cristiana, la santidad. Santidad que no consiste en realizar empresas excepcionales, sino en vivir de modo extraordinario las cosas ordinarias, es decir, con todo el amor posible.

Al volver a vuestras ocupaciones habituales, atesorad esta enseñanza, aprendida en la escuela de María y de estos santos. Así experimentaréis un reflejo de la bienaventuranza eterna, que Dios promete a sus fieles en el reino celestial.

Con este deseo, que acompaño con la oración, os renuevo de corazón mi bendición.

 



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