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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LA FEDERACIÓN DE ORGANISMOS CRISTIANOS DE SERVICIO INTERNACIONAL


Sábado 14 de diciembre de 2002 

 

Amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Me alegra acogeros y saludaros a cada uno de vosotros, que habéis venido aquí en representación de las Asociaciones católicas de voluntariado internacional, reunidas en la Federación de organismos cristianos de servicio internacional (FOCSIV).

Dirijo un saludo particular al consiliario eclesiástico, así como a vuestro presidente, al que agradezco las amables palabras con las que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos.

2. Durante estos días estáis celebrando la asamblea anual de vuestra federación, que reviste este año un significado especial, puesto que se cumple el trigésimo aniversario de la fundación de la FOCSIV. En efecto, surgió después del concilio Vaticano II, gracias a la iniciativa de algunos fieles laicos, animados por mi venerado predecesor el siervo de Dios Pablo VI.

Desde sus comienzos se ha distinguido, en el ámbito de la cooperación entre los pueblos, por el empeño con que ha promovido constantemente el desarrollo de los más necesitados, a través de la acción generosa de miles de voluntarios, enviados desde 1972 hasta hoy a los países del así llamado tercer mundo por los diversos organismos que componen la Federación. Vuestras asociaciones están presentes actualmente en los cinco continentes, donde realizan importantes proyectos de solidaridad en colaboración con las Iglesias locales y con los misioneros.

3. Lo que caracteriza a vuestra benemérita federación, llamada a trabajar juntamente con muchos otros organismos de asistencia y de promoción humana, es la inspiración cristiana que orienta y sostiene su actividad en numerosas partes del mundo.

En la sagrada Escritura el deber de amar al prójimo está  íntimamente unido al mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas (cf. Mc 12, 29-31). El amor al prójimo, si se funda en el amor a Dios, cumple plenamente el mandamiento de Cristo.

El cristiano está llamado a hacer "experimentable" de algún modo, a través de su dedicación a los hermanos, la ternura providente del Padre celestial. El amor al prójimo, para ser pleno y constante, necesita alimentarse del horno de la caridad divina. Esto supone largos momentos de oración, la escucha atenta de la palabra de Dios y, sobre todo, una existencia centrada en el misterio de la Eucaristía.

4. Por tanto, el secreto de la eficacia de todos vuestros proyectos es la constante referencia a Cristo. Precisamente esto es lo que han testimoniado muchos de vuestros amigos, que se han distinguido como auténticos y generosos obreros del Evangelio, llegando a veces hasta el sacrificio de la vida.

Amadísimos hermanos y hermanas, siguiendo su ejemplo, avanzad con confianza. Más aún, intensificad vuestro celo apostólico para responder a las urgencias de cuantos se ven hoy obligados a vivir en condiciones de pobreza o abandono.

Que la Virgen Inmaculada os proteja y os haga artífices de justicia y de paz.

Con estos sentimientos, os deseo a vosotros, aquí presentes, y a vuestras asociaciones un rico y fecundo apostolado. En la inminencia de la santa Navidad, os felicito cordialmente a vosotros y a vuestras familias, al tiempo que, asegurándoos mi recuerdo en la oración, os bendigo con afecto.



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