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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS DIRECTIVOS Y EMPLEADOS
DEL BANCO DE CRÉDITO COOPERATIVO


Sábado 6 de noviembre de 2004

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra acogeros hoy, con ocasión del quincuagésimo aniversario de fundación del Banco de Crédito Cooperativo de Roma. Os doy mi bienvenida a cada uno de vosotros y a vuestros familiares. Extiendo mi cordial saludo a todos los que trabajan en las diversas sedes y filiales de vuestro banco de crédito. De modo particular, saludo y doy las gracias a vuestro presidente, que se ha hecho intérprete de los sentimientos comunes. Ha recordado el espíritu que desde el inicio ha animado y sigue sosteniendo numerosas iniciativas de bien promovidas por vuestro banco en el Lacio y en otras partes de Italia.

2. Hace cincuenta años, cuando nació el Banco de Crédito Cooperativo de Roma, era muy claro el propósito de sus fundadores de brindar a la sociedad un servicio de solidaridad y de mutualidad, inspirándose en los principios y en las enseñanzas de la doctrina social de la Iglesia. Hoy vuestro banco ha crecido notablemente, y ante su futuro se abren numerosas perspectivas. Deseo de corazón que, gracias a la contribución de todos, prosiga por su camino, teniendo siempre presentes las exigencias del bien común.

3. Quisiera expresarle mi agradecimiento en particular a usted, señor presidente, y a sus colaboradores por la atención que vuestro banco de crédito presta a las comunidades eclesiales, a las parroquias, especialmente a las rurales, y a las obras de promoción humana gestionadas por entidades eclesiásticas o por comunidades religiosas. Al ayudar a las actividades de la Iglesia, contribuís a difundir el Evangelio y a consolidar la cultura del amor. Seguid realizando vuestra actividad, aprovechando la experiencia madurada en las instituciones católicas de crédito cooperativo. Como creyentes, sed siempre conscientes de que, para cumplir fielmente vuestra tarea, debéis cultivar un asiduo contacto personal con Cristo.

En todos los tiempos, pero especialmente en nuestra época, es preciso que en todos los campos los cristianos sean fermento de auténtica renovación social y levadura de esperanza evangélica. Con este fin, el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, recientemente publicado, puede ser también un instrumento útil para vuestra formación y para vuestro testimonio cristiano.

Amadísimos hermanos y hermanas, os encomiendo a María a cada uno de vosotros, a vuestras familias y las numerosas actividades de vuestro banco. Por mi parte, os aseguro un recuerdo en la oración, a la vez que os bendigo de corazón a todos.



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