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JUAN PABLO II

SALUDO AL PERSONAL DE LA LOT

Varsovia, 13 de Junio de 1999

   

¡Alabado sea Jesucristo!

Con este saludo cristiano quiero dar la bienvenida a los que se encuentran aquí reunidos. Doy gracias al cardenal primado por su presencia y por la labor pastoral que realiza en la zona del aeropuerto, situado en el territorio de la archidiócesis de Varsovia, y también por sus palabras de bienvenida. Saludo al señor ministro de Transportes y a todos los que me han dado la bienvenida en nombre de los presentes, y les agradezco sus palabras.

Me alega poder encontrarme, durante esta peregrinación, con los empleados de la aviación civil de Polonia. Este encuentro tiene un carácter excepcional, pues no es frecuente que me reúna con personas que representan a un grupo profesional. Sin embargo, el 70° aniversario de la fundación de las Líneas aéreas polacas (LOT) constituye una buena ocasión para un encuentro con los que de varias maneras están al servicio de las personas que viajan en avión. En cierto sentido, esta visita está motivada también por el deseo de pagar, al menos en parte, la deuda de gratitud con la LOT y todas las demás líneas aéreas del mundo, que contraigo constantemente como Papa peregrinante. Os agradezco esta ayuda particular que me prestáis en mi servicio a la Iglesia.

Saludo cordialmente a los pilotos y al personal de vuelo. Aprecio sinceramente vuestra profesionalidad y vuestra entrega. Cruzando los continentes testimoniáis todo lo que tienen de bueno nuestra realidad polaca, nuestra cultura y nuestra espiritualidad. Os doy gracias por ello y os pido que sigáis manteniendo la buena fama de Polonia en el mundo. Desde allá arriba se ve con extraordinaria claridad la belleza de la creación, la pequeñez y al mismo tiempo la grandeza del hombre; todo ello es manifestación de la infinita potencia y sabiduría del Creador. Que esta experiencia diaria sea para vosotros fuente de consolidación y renovación de la fe. Que reavive constantemente vuestra confianza en el amor de Dios. Estas palabras van dirigidas a los pilotos.

Dirijo ahora palabras de saludo y aprecio también al personal de tierra, porque los pilotos parten de tierra y vuelven a tierra. Vuestro trabajo ayuda al hombre que se encuentra en la necesidad de elevarse de la tierra, no sólo en sentido físico. A menudo implica una experiencia de pérdida del sentido de seguridad y de extravío interior. Por eso, es muy importante vuestro servicio de bondad: una sonrisa amistosa, una buena palabra, la comprensión y la cordialidad también hacia nosotros, los pasajeros. Os pido que cumpláis vuestro servicio recordando las palabras de Cristo: «cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 40).

Por último, expreso mi gratitud en particular a todos los que se ocupan del mantenimiento del aeropuerto, a los técnicos y a los controladores del tráfico aéreo. En gran medida, sobre vosotros recae la responsabilidad de la seguridad de los pasajeros. Realizáis un trabajo oculto. Tal vez precisamente por eso es particularmente precioso a los ojos de Dios, que ve el esfuerzo del hombre, incluso el que queda oculto (cf. Mt 6, 6). Esta convicción ha de sosteneros e impulsaros a un celoso cumplimiento de vuestras tareas diarias.

Me alegra que, desde hace algunos años, en cuatro aeropuertos internacionales de Polonia haya capillas, donde los empleados y los viajeros pueden recogerse en silencio a orar. Doy cordialmente las gracias a todos los que han contribuido a ello. La atención pastoral de la aviación civil es expresión de la responsabilidad y de la fidelidad de la Iglesia. «Dado que nadie puede verse privado del mensaje de la salvación, la Iglesia tiende (así) la mano a todos los que, por las circunstancias de su vida, no pueden recibir de modo satisfactorio una normal atención pastoral o están completamente privados de ella» (cf. Documento del Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, 1995, nn. 4-5).

Por séptima vez aprovecho la benevolencia de las Líneas aéreas polacas (LOT) durante mi peregrinación a la patria. Aceptad mi cordial gratitud. Al mismo tiempo, deseo que la LOT, el aeropuerto Okecie de Varsovia y los demás aeropuertos de Polonia se desarrollen cada vez más, se modernicen, convirtiéndose así en una especial tarjeta de visita de nuestra patria. Al trabajar por el desarrollo tecnológico, no os olvidéis del hombre. Os deseo que sepáis servir, con espíritu de comprensión recíproca y de buena cooperación, a la gran obra de acercamiento de los hombres entre sí.

Durante todo el tiempo pensaba en la última vez que tuve un encuentro como éste, en un ambiente semejante, y al final me he acordado: fue con Alitalia. A propósito de «pasear» al Papa por el mundo, por desgracia Alitalia os supera. Pero tal vez no hay que envidiarla.

  



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