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CARTA DEL SANTO PADRE JUAN XXIII
FIRMADA POR EL CARDENAL SECRETARIO DE ESTADO,
AL CONGRESO MUNDIAL SOBRE LA INFANCIA

 

Señor presidente.

En unión con la Oficina Internacional de la Enseñanza Católica, el Consejo Internacional Católico de la Infancia se dispone a celebrar en Beirut un Congreso mundial sobre “los derechos del niño y su ejercicio en el mundo de hoy”. Su Santidad, a quien fielmente habéis informado de este proyecto en el curso de una reciente audiencia, se ha dignado interesarse personalmente, y me ha encargado que os manifieste juntamente con sus votos por el feliz éxito de esta reunión, sus mejores alientos para vuestras trabajos.

En un momento en que la opinión pública se halla profundamente afectada por dolorosos conflictos sobre el derecho del niño a la vida, cómo no felicitarse al ver a dos Organizaciones católicas internacionales especialmente calificadas, poner en común sus medios y sus experiencias para reflexionar en común sobre la esencia de los derechos de la infancia, a la luz de la doctrina católica.

Para este encuentro habéis elegido el Líbano, país en que familias étnicas y religiosas diferentes realizan la experiencia positiva de una vida comunitaria fundada en el respeto y colaboración mutuas. Es de notar allí, en la encrucijada de tres continentes, vuestro deseo de un trabajo fraternal con todos, en pro de la infancia, de la que se preocupan con razón hoy día, además de los poderes públicos, las familias, los educadores, los legisladores, los médicos y los moralistas.

“Madre y maestra de los pueblos”, la Iglesia tiene un interés constante por el desarrollo de las personas que la componen. Y por ello se goza de haber visto reconocer por las Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1959, una “Declaración de derechos de la Infancia”, que subraya expresamente la protección especial que debe gozar para su desarrollo físico, intelectual, moral. espiritual y social, en las condiciones de libertad y de dignidad (principio 2), especialmente si se encuentra física, mental o socialmente desamparada (principio 5). (Discurso del Papa a los miembros de la primera conferencia internacional de la unión mundial para la salvaguardia de la infancia y de la adolescencia, el 24 de abril de 1960). Es justo subrayar para felicitarla la participación de la BICE, en la elaboración de esta carta fundamental. Resta ahora a los católicos dedicarse a traducir estos principios en las diversas legislaciones nacionales.

Es decir, que el Congreso de Beirut es plenamente oportuno. Tomar conciencia exacta de los derechos de la infancia, estudiarlos a la luz de las exigencias cristianas y definir sus líneas precisas de acción para su ejercicio efectivo en el mundo de hoy: éste es vuestro objetivo; concierne muy de cerca a los intereses espirituales más elevados que promueve la Iglesia. También importa que sepáis deducir, de cara a todas las solicitaciones del naturalismo y del materialismo en todas sus formas, una visión clara y equilibrada del puesto que le toca al niño en la comunidad de los hombres. Porque su desarrollo físico, intelectual, moral y espiritual depende en gran parte de la aceptación que le haga el mundo de los adultos, que tiene a su cargo su educación, y ante todo la familia, célula natural y fundamental, que tiene la principal responsabilidad. Es necesario desear que a partir de los pensamientos expresados en las lecciones magistrales, los trabajos de las Comisiones puedan útilmente inspirar a los católicos, al conjunto de los creyentes, y también a todos los hombres de buena voluntad deseosos de asegurar la promoción de los valores personales y religiosos en el seno de la gran familia humana.

Con estos sentimientos el Padre Santo invoca de todo corazón sobre el Congreso de Beirut la abundancia de las gracias divinas, en prueba de las cuales envía a todos los participantes su bendición apostólica.

Gustoso de transmitiros estos alientos paternales, os suplico que agreguéis a mis mejores votos por el feliz desarrollo de vuestros trabajos, el sentimiento de mi afecto en N. S.

A. G. Card. Cicognani
Secretario de Estado



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