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PABLO VI

ÁNGELUS

Domingo de Ramos, 19 de marzo de 1978

 

Hermanos e hijos, y vosotros especialmente, queridísimos jóvenes:

Vuestro grito de gozo llega hasta nosotros y nos trae el eco potente y generoso de vuestra cordialidad. ¡Benditos seáis! Complacido por vuestra presencia tan numerosa, os acogemos —aunque sea salo desde aquí— con grandísimo afecto paterno; os estamos agradecido muy de corazón y os alabamos por este magnifico testimonio de fe y amor a Cristo.

Comienza la Semana Santa en la que se realizó "la obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios" (Sacrosanctum Concilium, 5). Iremos recordando cada paso de la humillación de Jesús, que se hizo "obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Flp 2, 8), y también su exaltación cuando recibió del Padre después de la resurrección "un nombre sobre todo nombre" (Flp 2, 9), A todos se nos interpela y todos estamos implicados en esta victoria definitiva del plan salvífico de Dios sobre el pecado y la muerte. Por ella procurad tomar parte en la Pasión y en la Pascua viviendo con intensidad estos grandes momentos de reflexión y de oración.

Y juntos roguemos por quienes sufren estos días, llevando más viva en sí mismos la huella de la pasión de Jesús.

Por las familias que lloran los seres queridos arrebatados en pleno cumplimiento del deber, víctimas de un odio homicida que una vez más ha querido minar la convivencia social pacifica. Oremos por el hon. Aldo Moro, tan querido para nosotros, secuestrado en una emboscada vil; unamos a la oración un llamamiento apremiante para que sea devuelto a los suyos.

Oremos por los prófugos que se han visto obligados a abandonar sus tierras en el Cuerno de África.

Oremos por las victimas de la bíblica tierra del Líbano.

Oremos por los que sufren en Extremo Oriente.

¡Cuántos sufrimientos, cuántas heridas, cuánta ruina!

 María, la Mater dolorosa, la única que puede consolar e infundir fuerzas y esperanza, esté a nuestro lado iuxta crucem (Jn 19, 25), para sostener nuestra oración y para infundir en todos sentimientos de paz, de hermandad y de amor.

Hijos queridos, animo en la justicia, el amor y la paz.

Agitad las palmas en el Hosanna a Cristo Señor.

 

 


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