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[ ES  - LA ]

BREVE APOSTÓLICO
PIAE PEREGRINATIONIS
DE SU SANTIDAD EL PAPA
PABLO VI
POR EL QUE SE CONCEDE LA ROSA DE ORO
AL SANTUARIO DE LA NATIVIDAD DE BELÉN

 

Para perpetua memoria.

Con motivo de la piadosa peregrinación —precisamente en el tiempo sagrado en que se celebra el nacimiento de Jesucristo—, a las tierras memorables y veneradas en que moró, tenemos presente ante nuestros ojos aquel “pequeño agujero de la tierra” (cfr. San Hierón, Epist., 46; P. L., 22, 490), donde la majestad divina, asumiendo la bajeza de la naturaleza humana, vino lleno de misericordia a salvar a todos; donde la Virgen María Madre, con el Bienaventurado José, ardientemente adoró a su Hijo, principio y señor de las cosas, reclinado en un pesebre de animales; donde “los pastores saludaron con gozo en la noche feliz al Salvador recién nacido en medio de un ejército de ángeles que entonaban canciones” (confróntese San Paulino de Nola, Epist., 31; P. L., 61, 327); nos referimos a Belén “augusto rincón del orbe” (San Hierón, Epist., 58; P. L., 22, 581); adonde llegaron los Magos desde Oriente conducidos por una estrella, para rendir al Redentor los debidos honores. Animados por estos pensamientos estos afectos, nos hemos determinado a presentar un obsequio que demuestre nuestros sentimientos, y reconozca la inmensa dignidad de tan exiguo lugar, a ofrecer la rosa de oro al Divino Infante, adornado por humildes regalos en la gruta de Belén. Así, pues, “motu proprio”, en honor del Niño Jesús, cuya imagen es venerada en el mismo sitio de la gruta en que se dice fue puesto por María en el pesebre, en virtud de este breve concedemos y donamos la “rosa de oro”, para ser conservada por los miembros de la Orden de Frailes Menores, custodios de este mismo lugar. En la solemne ceremonia de la bendición de esta rosa hemos pedido a Dios y ahora nuevamente de corazón suplicamos al Padre de las misericordias, que conceda a todos los que visiten esa sagrada mansión y a todos los hombre de buena voluntad toda clase de abundancias en la prosperidad y les aparte de todo mal.

Dado en Roma, junto a San Pedro, con el anillo del Pescador, el día 25 de diciembre, en la fiesta de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, del año de 1963, primero de nuestro pontificado.

PABLO PP. VI

 


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