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MENSAJE DEL PAPA PABLO VI
CON MOTIVO DEL INICIO EN BRASIL
DE LA CAMPAÑA DE FRATERNIDAD 1978


Miércoles de Ceniza, 8 de febrero de 1978

 

Amados hermanos e hijos:

Una Campaña más de Fraternidad se abre en Brasil con motivo de la Cuaresma, "tiempo favorable" para responder mejor al amor de Dios, Padre amoroso, y al amor de los hombres-hermanos que deben formar una sola familia.

Impresiona la fuerte vivencia de dicho amor en la Iglesia primitiva: "tenía un corazón y un alma sola" (Act 4, 32); los fieles —decimos en el Mensaje a toda la Iglesia para esta Cuaresma— amando a Dios observaban espontáneamente el principio de que "los bienes de este mundo han sido destinados por el Creador a satisfacer las necesidades de todos".

Nosotros somos "estafetas de luz" de este mismo amor para los hombres de hoy "destinados todos a participar en el misterio de la cruz y de la resurrección de Cristo"; los hombres esperan con súplicas apremiantes el "testimonio", "para que viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos" (Mt 5, 16), a fin de descubrir a Cristo en el amor fraterno auténtico.

Estas súplicas apremiantes se alzan también desde el mundo del trabajo, como característico signo de los tiempos. Fue campaña el lema "Fraternidad en el mundo del trabajo", con el lema "Trabajo y justicia para todos". Sí, hoy día es impresionante el número de los sin trabajo y de quienes dentro del trabajo padecen por falta de justicia.

¿Por qué? Al buscar una respuesta, nos parece que sobresale un elemento por encima de los demás: la falta del sentido de Dios que "es amor" y la consiguiente pobreza del amor humano, "porque la caridad procede de Dios, y todo el que ama... a Dios conoce" (1 Jn 4, 7). Además, bien lo sabemos, la justicia puede prosperar sólo en una atmósfera de amor, que impulse a la participación, al compartir fraterno y a la construcción de un mundo más humano y más conforme a los designios del Creador.

Que los frutos de vuestra Campaña de Fraternidad vayan en esta línea por las gracias divinas que imploramos al bendeciros a todos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 



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