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CARTA DEL PAPA PABLO VI
A MONS. ANASTASIO ALBERTO BALLESTRERO,
ARZOBISPO DE TURÍN,
CON MOTIVO DE LA EXPOSICIÓN DE LA SÁBANA SANTA

 

Al venerable hermano
Anastasio Alberto Ballestrero, o.c.d.,
arzobispo de Turín (Italia).

Es universalmente conocido y esperado el acontecimiento que, del 27 de agosto 8 de octubre del presente año, concentrará el interés de todos y la especial devoción de los fieles hacia esa ilustre ciudad de Turín. Nos referimos a la exposición pública de la Sábana Santa que, con afectuoso celo y viva piedad, se venera en la iglesia catedral y, más aún, en el corazón de los cristianos turineses, corno insigne reliquia de la bendita pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Constituye también motivo de especial alegría para nosotros el unirnos espiritualmente a tan emocionante gozo, que tiene su circunstancial ocasión en el IV centenario del traslado del Sacro Lienzo de Chambery, antigua capital de Saboya, a Turín, noble capital del Piamonte, para fomentar su veneración por parte del santo arzobispo de Milán, Carlos Borromeo.

Dejando el campo libre a la ciencia para las investigaciones históricas, los cristianos podrán ciertamente sacar, de la feliz circunstancia, nuevos estímulos para meditación y adoración de la inagotable fuente de vida que se esconde en los sufrimientos de Cristo Jesús; de ellos, tanto los primeros escritos apostólicos como los Evangelios nos presentan ya con claridad no sólo la descripción, sino también la dimensión salvadora, apreciando en ellos el contenido más original y valioso de la Buena Nueva que se ofrecía al mundo.

Es el mismo "Varón de dolores" (cf. Is 53, 3) que, hoy como entonces, se propone a la fe cristiana: Aquel que, aun habiendo resucitado al tercer día, no hizo desaparecer sus propias llagas, sino que las glorificó, quedando para siempre como experto en sufrimientos y mostrando sus señales a quienes, como Tomás (cf. Jn 20; 24-29), fuesen tentados por visiones deformantes, o de muerte total, o de transfiguración deshumanizadora. "No es nuestro Pontífice tal que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, antes fue tentado en todo a semejanza nuestra, fuera del pecado" (Heb 4, 15). Ese es el motivo por el que, aun frente a la inquietante y al mismo tiempo atrayente figura de la Sábana Santa, queremos hacer nuestra la acuciante invitación del Hagiógrafo: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno auxilio" (Heb 4, 16).

Que la exposición de la Sábana Santa ayude verdaderamente a todos a descubrir la múltiple fecundidad encerrada en el "escándalo de la cruz" de Cristo (Gál 5, 11; cf. 1 Cor 1, 17-23), y que el Pueblo de Dios saque de ello un renovado vigor para su propio peregrinaje terreno, con el fin de participar también, del mismo modo, de su feliz resurrección (cf. Rom 6, 5; Flp 3, 10-11).

De estos deseos pastorales quiere ser eco y prenda la paternal bendición apostólica que de corazón impartimos a usted, señor arzobispo, a los sacerdotes y seglares de la archidiócesis, y, en particular, a los beneméritos promotores y realizadores de la iniciativa, así como a todos aquellos que, con espíritu de fe y sincera devoción, vayan a contemplar tan singular documento.

Vaticano, 29 de junio de 1978, año XVI de nuestro pontificado.

PAULUS PP. VI

 

 



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