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RADIOMENSAJE DEL PAPA PABLO VI
A LOS PAÍSES BAJOS EN LA FIESTA DE SAN WILLIBRORDO


Miércoles 6 de noviembre de 1963

 

Saludos y bendiciones a los Países Bajos y a todo su pueblo.

Gustoso hemos accedido a la invitación de la emisora “Kalholieke Radio Omroep in Hilversum” de dirigir un saludo e impartir nuestra bendición a los católicos y a todo el pueblo de los Países Bajos con ocasión de la festividad de S. Willibrordo. Conocemos personalmente vuestro país, sus bellezas naturales y a sus aguerridos habitantes. Nos complace plenamente la múltiple actividad de la “Katholieke Radio Omroep” de Hilversum al servicio de un auténtico apostolado radiofónico y televisivo. Hemos tenido ocasión de visitar Radio Hilversum; no contaba entonces con sus instalaciones de televisión, únicas en su género.

El pueblo cristiano de los Países Bajos celebra la fiesta de S. Willibrordo. Nos congratulamos con vosotros por este gran misionero del cristianismo, que en vuestro país es considerado como padre de la fe, y como tal es venerado por todos los holandeses. Prueba elocuente de ello es también el monumento que la ciudad de Utrecht le ha erigido. El anglosajón Willibrordo llegó a vuestra bella patria procedente de Roma. Enviado por el Papa Sergio I como misionero, llegó a Holanda en el año 693, y predicó primeramente el Evangelio de Cristo en la Frisia occidental, siendo escuchado con gran devoción por vuestros antepasados, y desde entonces venerado en vuestro país. Primer obispo de Utrech en el 695, extendió su actividad misionera, sucesivamente, hasta Amberes, Helgoland, Dinamarca, llegando hasta las tierras orientales de los Francos y a Turinguia.

San Willibrordo imprimió profundamente en el corazón de vuestros antepasados el amor por las misiones. Y la fe cristiana que dio a los Países Bajos ha sido transmitida, a lo largo de los siglos, por millares de sus hijos e hijas, que se han hecho misioneros de la causa de Cristo. El pueblo ha sostenido esta tarea misionera con la oración y generosas aportaciones. Y hoy setenta obispos holandeses, procedentes de las siete diócesis, trabajan en los territorios de misión de todas las partes del mundo. Estos misioneros y sus colaboradores siguen las huellas del celestial patrono de los Países Bajos en su ferviente labor por la difusión del reino de Dios, inspirándose en el ejemplo de su santa vida y de sus obras misioneras.

Los obispos misioneros holandeses, juntamente con los demás obispos de vuestra patria, participan actualmente en Roma en los trabajos del Concilio Ecuménico. Invitamos a los católicos de los Países Bajos a que también ellos dediquen toda su atención al Concilio, teniendo presente que el objeto del Concilio es lo más sublime y sagrado que hay sobre la tierra: la obra de Nuestro Señor Jesucristo, su Iglesia, vuestra fe, la cristianización de vuestra vida. La Iglesia os hace comprender “lo hermoso que es que los hermanos convivan en armonía” (Sal 132,1). Os exhortamos a orar, como miembros de la Iglesia de Cristo, insistentemente por el Concilio, para que se realicen sus propósitos, para que la Iglesia resplandezca ante los ojos de Dios y de los hombres con un nuevo esplendor y su mensaje llegue a los confines de la tierra (Sal 18,5).

Invocamos de todo corazón la protección divina, constantes y abundantes bendiciones celestiales para cuantos hoy nos escuchan y para toda la nación holandesa.

 


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