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 PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA

DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL SEÑOR SALMAN SHAZAR,
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE ISRAEL

Meggiddo, domingo 5 de enero de 1964

 

Al «Pueblo de la Alianza»

La acogida llena de respeto y de cordialidad que Vuestra Excelencia ha querido reservarNos, al venir personalmente a Nuestro encuentro, Nos conmueve profundamente. Nos deseamos manifestarle Nuestro agradecimiento, también por todas las atenciones con que las Autoridades, han querido circundar nuestro viaje.

Nos quisiéramos que Nuestras primeras palabras expresaran toda la emoción que sentimos al ver con Nuestros ojos y al pisar con Nuestros pies esta Tierra en la que vivieron. en un tiempo los Patriarcas, nuestros Padres en la fe; esta Tierra en donde por espacio de muchos siglos resonó la voz de los Profetas, que hablaban en el nombre del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; esta Tierra, en fin, y sobre todo que la presencia de Jesús ha hecho bendita y sagrada para los cristianos y puede decirse que para todo el género humano.

Vuestra Excelencia sabe, y Dios Nos es testigo de ello, que Nos en esta visita no estamos guiados por ninguna consideración que no sea de orden puramente espiritual. Nos venimos como peregrinos; Nos venimos a venerar los Santos Lugares; Nos venimos para rezar.

Desde esta Tierra única en el mundo por la grandiosidad de los acontecimientos de los que ha sido teatro, Nuestra humilde súplica se eleva hacia Dios por todos los hombres, creyentes y no creyentes; y Nos incluimos con mucho gusto a los hijos del «pueblo de la Alianza» cuyo papel en la historia religiosa de la humanidad no podemos olvidar.

Como peregrinos de la paz, Nos imploramos ante todo el bien de la reconciliación del hombre con Dios y el de la concordia profunda y sincera entre todos los hombres y entre todos los pueblos. Quiera Dios escuchar nuestra oración, ese Dios que tiene para nosotros, como proclama el Profetas «pensamientos de paz y de no aflicción (Jer 29, 11)

Que se digne infundir en el mundo atormentado de hoy ese don incomprensible, cuyo eco resuena través de todas las páginas de la Biblia y en el que Nos es grato resumir Nuestro saludo, Nuestra oración y Nuestro augurio: ¡Shalom! ¡Shalom!

 



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